Texto bíblico

Génesis 28:20-22 (NVI) “Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.»”

Reflexión

Actitud de Agradecimiento Normalmente, cuando escribo el devocional, procuro llevar un orden estricto, de la lectura de la Biblia, tomando capítulos y temas completos, con el objetivo de no dejar nada en el aire. Sin embargo, como si Dios quisiera que enfatice en lo contenido de éstos tres últimos versículos del capítulo 28, me encuentro en que no fueron incluidos en la reflexión anterior, y al leerlos puedo entender y percibir la importancia y relevancia que tienen ante los ojos de nuestro Señor. Reconocer a Dios, como nuestro Señor y salvador, tener una relación personal con Él, es una decisión personal, que no se toma en una única ocasión, sino que es renovada cada día, con un compromiso nuevo cada vez. Creemos que para recibir su bendición debemos hacer promesas o cumplir retos delante de Él, para que así, nos conceda los deseos del corazón. Condicionamos el creer o no creer en su palabra o en Él mismo, a cambio de recibir dádivas de su parte o ver satisfechos de manera egoísta nuestros deseos. Cuando me encuentro en la zona de confort, recibo lo que aparentemente necesito limitando mi necesidad a lo meramente material, dejando de lado la parte espiritual de mi vida. Dios es mi Dios, pero ¿qué pasa cuando atravieso pruebas o situaciones que salidas de control me causan dolor, angustia, desesperación, en las que mi provisión básica se ve afectada?, ¿también lo honro, reconociendo su soberanía sobre mi vida? ¿Es mi Dios, aún en la escasez?. Nuestra fe es probada en los desiertos atravesados y en las batallas libradas día a día. Permanecer en Dios y Dios en mí, no responde a condicionamientos humanos, su apoyo y compañía en momentos de soledad, su protección todos los días o el alimento diario, son cosas que nos da, porque así lo quiere, porque nos ama por ser sus hijos, sin exigirnos nada más que nuestra obediencia a sus mandatos y preceptos; es tan hermoso nuestro Dios, que las normas impuestas, buscan proteger nuestra existencia y preservar su obra en nosotros, garantizando que demos fruto perdurable y que seamos de bendición para aquellos que nos rodean. Él es Dios, Señor de Señores, Todopoderoso, omnisciente, omnipresente, Creador de todo lo que hoy ves y sientes, es el dueño de todo lo que tienes y no tienes, ¿en verdad crees que debes sobornarlo para que puedas recibir su amor y su bendición?. Su gloria brilla en ti desde tu interior, Él vive y permanece en tu corazón, te levanta en victoria, eres su tesoro, obra maravillosa, te enseña e instruye a través de tus pruebas, provee paz, gozo, y suple tus necesidades, ¿qué le entregas tú a Él?, ¿Eres agradecido? o ¿tu actitud es de reto, queja y contienda?. Que tu decisión hoy sea, la de marcar una diferencia significativa en tu relación con Dios, se agradecido en todo momento, de rodillas preséntate delante de Él, con humildad y plena confianza, que seas su templo, que tu corazón sea tu ofrenda diaria, permite que sea parte activa de tu vida, para que pueda entrar y poner en orden todo aquello que te aleja de la tierra prometida, entrega tus cargas al único que tiene el poder para transformar tu escasez en abundancia espiritual y sanar tu alma con su gracia y misericordia. Lo anteriormente mencionado, sumado a una actitud positiva, debe ser tu diezmo, tu retribución, el altar que erijas en su nombre como muestra de gratitud por estar siempre dispuesto a perseverar en hacer de ti una mejor persona.

Oremos

Señor, revélame tu majestad, que tu presencia me inunde hoy, ven al lugar en donde me encuentro, y dame de tu amor. Gracias Padre, por proveer a mi vida lo que necesito, bendíceme de manera sobrenatural, guíame para que mi actitud frente a las circunstancias positivas o negativas, sean las de un hijo que reconoce que nada puede lograr, si no está junto a ti. A ti te doy la honra, la gloria y la majestad por siempre y para siempre. Te amo con todo mi corazón. En el nombre de Jesús, amén.