“No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca” Si nos hacemos llamar hijos de Dios, obedecer sus mandatos y preceptos es el requisito principal para poder dar testimonio fiel de lo que somos y a lo que hemos sido llamados. El Señor nos ha mostrado cómo debemos comportarnos con Él, con la sociedad y con nosotros mismos. Nos exhorta a cuidar las motivaciones de nuestro corazón a llevar siempre la verdad y al hacer el bien como un baluarte de vida. Nunca estamos conformes, Dios nos ha concedido mucho más de lo que esperábamos, inclusive sin pedírselo nos ha dado oportunidades, ha abierto puertas que nadie hubiera podido abrir, no somos los mismos de ayer aunque seguimos fallando, hemos sido transformados en su amor. No nos falta nada, aun en medio de la oscuridad ha traído luz y paz a nuestras vidas y a pesar de todo esto, queremos recibir más y más, actuando como unos desagradecidos, siendo egoístas, ambiciosos y envidiosos. Deseamos lo que otros tienen, un mejor esposo(a), una posición social más alta, un carro más lujoso, un mejor lugar en donde vivir, un trabajo que me de mayor retribución económica, tener un cuerpo como el de aquel o aquella o simplemente vestirme a la moda aunque existan otras prioridades. ¿En dónde pones tus esperanzas?, ¿en el dinero? ¿en acumular cosas materiales?¿en satisfacer tus deseos, aunque éstos sean innecesarios?¿En cumplir tus objetivos, así pisotees a otros?. Cuando cedemos ante la codicia, no podemos ver claramente los propósitos de Dios para nuestra vida. Estar contentos en cualquier circunstancia, ser generosos y poner nuestra confianza en Dios es la única manera de caminar sin la venda que el pecado coloca sobre nuestros ojos, que nos impide vivir a plenitud su amor. Te agradezco Padre amado, tu generosidad para conmigo y mi familia. Has sido fiel en la abundancia y en la escasez, nunca nos ha faltado tu provisión de amor, has llenado mi despensa y en más de una ocasión me has concedido mucho más de lo que te he pedido. Perdóname cuando siendo bendecido desprecio lo que me das al desear lo que otros tienen. Quiero disfrutar a plenitud tus bendiciones a partir de hoy y para siempre. En el nombre de Jesús, aménTexto Bíblico
Éxodo 20: 17 NVI
Reflexión
Acumuladores compulsivos de emociones repulsivas, Décimo mandamiento
Los Diez mandamientos, se constituyen como una ordenanza no opcional para el cristiano. Debemos cumplirlos queramos o no, para agradar a Dios, ser bendecidos y recibir la gracia del cielo.
Oremos
Devocional diario www.conectadosconcristo.com