“22 Moisés les ordenó a los israelitas que partieran del Mar Rojo y se internaran en el desierto de Sur. Y los israelitas anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua. 23 Llegaron a Mara, lugar que se llama así porque sus aguas son amargas, y no pudieron apagar su sed allí. 24 Comenzaron entonces a murmurar en contra de Moisés, y preguntaban: «¿Qué vamos a beber?» 25 Moisés clamó al SEÑOR, y él le mostró un pedazo de madera, el cual echó Moisés al agua, y al instante el agua se volvió dulce. En ese lugar el SEÑOR los puso a prueba y les dio una ley como norma de conducta. 26 Les dijo: «Yo soy el SEÑOR su Dios. Si escuchan mi voz y hacen lo que yo considero justo, y si cumplen mis leyes y mandamientos, no traeré sobre ustedes ninguna de las enfermedades que traje sobre los egipcios. Yo soy el SEÑOR, que les devuelve la salud.» 27 Después los israelitas llegaron a Elim, donde había doce manantiales y setenta palmeras, y acamparon allí, cerca del agua.» Los israelitas pasaron de la alegría, alabanza y gozo por haber sido liberados y salvados por el Señor, a la desesperación y la angustia. Fijaron su mirada en la necesidad de hallar agua que calmara su sed, dejaron de confiar en Dios, en su poder. Los había librado de sus enemigos, tenía un propósito para cada uno de ellos y aun así dudaban que Él les pudiera proveer de lo necesitaban. Cuando nos encontramos en dificultades, es fácil quejarnos y comenzar a murmurar y hablar a la ligera, contra las personas o las circunstancias que nos hacen beber aguas amargas. Puede ser tu esposo(a), tus hijo, tu jefe, tu trabajo, tu familia, en fin, lo importante es que sepas, que cuando lo haces, estás atacando, murmurando y quejándote de Dios, y como Él está siempre a tu lado y examina constantemente tu corazón, escucha lo que dices, conoce lo que sientes en tu interior y se entristece al ver tu falta de fe. Nuestro Padre ya ha hablado a través de las Sagradas Escrituras, nuestros líderes espirituales y las circunstancias de la vida, nos han dado normas de conducta que debemos seguir, para tener paz. Tu falta de voluntad para conocerlo, para entablar una relación personal con Él, no te exime de tu responsabilidad delante de Él, de cumplir sus preceptos, para que en obediencia obtengamos las bendiciones que tiene en sus manos para ti. Para Dios no existen casualidades, estás donde Él quiere que estés, compartes tu vida con esposo(a) porque Él lo(a) puso en tu camino como muestra de su amor, tus hijos son regalos del cielo, tus jefes y líderes espirituales son la autoridad que Dios dispuso para guiarte, así consideres que no merecen tu respeto, es tu deber hacerlo para la honra y gloria del Señor. Cuando entiendas todo esto, y fijes tu mirada en el cielo, tus aguas amargas se convertirán en aguas dulces, que te devolverán la paz y tranquilidad que tanto anhelas. ¡Si crees, con Dios vencerás!, para Dios todo es posible… Señor, a veces desvío mi mirada y dejo de contemplar tu rostro, para dejarme llevar por las emociones negativas que las situaciones difíciles que enfrento traen a mi vida. Perdona mis quejas y murmuraciones, ahora entiendo que todo viene de ti y que bajo tu voluntad me encuentro viviendo esas circunstancias, porque así esperas recibir de mí la fe y confianza en que tu vendrás a mi rescate cuando acepte tu soberanía en mi vida y sea obediente a tu palabra. Gracias por amarme tanto y por convertir mis aguas amargas, en aguas dulces que puedan saciar mi sed para siempre. En el nombre de tu amado hijo Jesús, amén.Texto Bíblico
Éxodo 15 : 22 – 27 NVI
Las aguas de Mara y de Elim
Reflexión
Aguas amargas en medio del desierto
Existen pruebas que superamos rápidamente, pero a veces atravesamos por largos desiertos en donde oramos y no encontramos una respuesta inmediata de Dios a nuestras peticiones. Creemos que con solo levantar la oración al cielo, Él tiene que respondernos y obedecernos como si fuera nuestro empleado más fiel.
Oremos
Devocional diario www.conectadosconcristo.com
Demos gracias a DIOS por todo y en todo,pues su poder es infinito, y no hay ninguna dificultad que EL no pueda solucionar
Amen