“Moisés le dijo al SEÑOR: —Tú insistes en que yo debo guiar a este pueblo, pero no me has dicho a quién enviarás conmigo. También me has dicho que soy tu amigo y que cuento con tu favor. 13 Pues si realmente es así, dime qué quieres que haga. Así sabré que en verdad cuento con tu favor. Ten presente que los israelitas son tu pueblo. 14 —Yo mismo iré contigo y te daré descanso —respondió el SEÑOR. 15 —O vas con todos nosotros —replicó Moisés—, o mejor no nos hagas salir de aquí. 16 Si no vienes con nosotros, ¿cómo vamos a saber, tu pueblo y yo, que contamos con tu favor? ¿En qué seríamos diferentes de los demás pueblos de la tierra? 17 —Está bien, haré lo que me pides —le dijo el SEÑOR a Moisés—, pues cuentas con mi favor y te considero mi amigo. 18 —Déjame verte en todo tu esplendor —insistió Moisés. 19 Y el SEÑOR le respondió: —Voy a darte pruebas de mi bondad, y te daré a conocer mi nombre. Y verás que tengo clemencia de quien quiero tenerla, y soy compasivo con quien quiero serlo. 20 Pero debo aclararte que no podrás ver mi rostro, porque nadie puede verme y seguir con vida. 21 »Cerca de mí hay un lugar sobre una roca —añadió el SEÑOR —. Puedes quedarte allí. 22 Cuando yo pase en todo mi esplendor, te pondré en una hendidura de la roca y te cubriré con mi mano, hasta que haya pasado. 23 Luego, retiraré la mano y podrás verme la espalda. Pero mi rostro no lo verás.” Cuando nuestra relación con nuestro Padre Celestial es permanente, leal, solidaria, incondicional y sincera, es Dios mismo, quien se declara nuestro amigo y nos dice que contamos con su favor. Al darle el lugar de prominencia que merece en nuestra vida, no hay nada que no nos conceda, todo lo que le pidamos, Él nos lo dará, porque se ha establecido una relación en donde el afecto y el amor es mutuo. Aunque no lo podamos ver, nuestra conversación con el Señor es real y si siempre somos fieles, en cada situación conflictiva, presión soportada o problema que debamos solucionar, podemos sentir su presencia e intervención. Que bueno poder tener un ‘mejor amigo’, en un mundo en donde la traición, la conveniencia personal y el egoísmo sobreabundan, en donde se busca el beneficio propio antes que el de los demás. La amistad verdadera, es aquella en donde se construyen vínculos duraderos y sólidos basados en la confianza, sin inmediatez y superficialidad. Esto es lo que Dios nos ofrece hoy, muestras de su infinita bondad a través de su guía y dirección cuando lo requiramos, su disposición de corazón en ayudarnos en medio de las circunstancias difíciles de la vida, escucharnos gritar cuando ya no podamos más, ceder ante nuestras demandas con tal de vernos sonreír, perdonar nuestras faltas y equivocaciones, hablarnos no lo que queremos escuchar, sino la verdad así nos duela, porque el verdadero amigo, busca nuestra felicidad y realización, antes que la suya propia. Me considero afortunado(a) en tener un amigo como tú. Gracias Papito Dios, porque tu bondad hacia mí es infinita, porque aunque no pueda verte o tocarte, te puedo sentir en el aire que respiro, en el amor de mis familiares y amigos y en las fuerzas que me infundes cuando ya no puedo más. Me siento protegido(a), respaldado(a) y eso es suficiente, para levantarme y seguir mi camino hasta encontrarte. Anhelo conocerte cada día más y declarar ante el mundo que eres y serás siempre el mejor de mis amigos. En el nombre de Jesús, tu hijo amado, amén y amén.Texto Bíblico
Éxodo 33: 12-23 NVI
Reflexión
Amistad sincera
Dios y Moisés, eran amigos. Su relación se había fortalecido a tal punto que Moisés anhelaba sentirlo y tenerlo cerca en todo momento. Su caminar por el desierto no era fácil, además de soportar el intenso calor, debía guiar un pueblo incrédulo, terco y desobediente. Reconocía la soberanía de Dios en su vida, Él era quien le infundía las fuerzas, para cumplir la misión de llevarlos a la tierra prometida.
Oremos
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