Dios nos da privilegios y nos honra con la posibilidad de acompañar el camino de otras personas, como una expresión del servicio que agrada a Dios. Así mismo, quienes hemos sido pastoreados de formas excepcionales, por personas excepcionales, podemos reconocer la importancia de ser acompañados y de forjar amistades en dicho proceso.
Dios quién se hizo hombre en la persona de Jesús, pudiendo ser uno de los rabinos de vestido fino en su época, dedico parte de su vida ministerial y pública a acompañar a los doce, enseñando a ellos lo que necesitaban para continuar sin él, en el marco de la construcción de una amistad llena de amor.
Al acompañar y equipar a este pequeño grupo con sus enseñanzas, fundamentadas también en las Escrituras que hasta ese momento se conocían, Cristo estaba realizando un ejercicio que le permitiría impactar al mundo entero a través de su propia vida, la de sus discípulos y de otros tantos más. Sumado a esas enseñanzas importantísimas, Cristo amó y fue amigo de sus discípulos.
Jesús expreso, como un mandamiento asociado a la amistad, que el amor es clave en una relación de este tipo.
“Este es mi mandamiento: ámense unos a otros de la misma manera en que yo los he amado. No hay un amor más grande que el dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.” Juan 15:12-14 – NTV
Por otro lado, el acompañamiento que como pastores podemos hacer, o los procesos de formación asociados al estudio de la Palabra que se dan en las congregaciones, y que se articulan con modelos de discipulado y estructuras organizacionales, son necesarios e importantes, sin embargo, el amor nutre la relación que se puede establecer entre quienes sostienen relaciones del tipo estudiante-maestro u oveja-pastor.
Pablo escribió a los Corintios:
“Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada! Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios me haga mover montañas. Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás.” 1 Corintios 13: 1-3 – TLA
Así las cosas, el amor y la amistad, van de la mano, y las relaciones que se establecen a través de procesos de pastoreo o discipulado pueden ser poco fructíferos sin amor (lee el fragmento subrayado arriba), y aún más si solo están mediadas por relaciones de poder inapropiadas.
Para nuestro Dios la amistad es importante, y esto se refleja en la Palabra, tal como en el libro de Job: “Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien.” Job 22:21 – RV60. También se puede leer en el libro de Santiago: “[…] Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.” Santiago 2:23 – RV60. Este par de versículos, en relación con la amistad están estrechamente ligados con un concepto importante, la obediencia [tema que espero tratar en otro momento].
Ahora bien, si tener una amistad con nosotros es importante para Dios, y se articula necesariamente con el amor de aquel [Cristo] que dio la vida por nosotros [y a quién conocemos como el buen pastor], cuanto más para quienes tenemos el privilegio de pastorear u acompañar a esas personas que Dios nos ha encomendado, con amor y procurando construir una amistad.
Si tienes estos privilegios, te invito a servir con amor y buscando una amistad genuina, y de esta forma estarás obedeciendo a Dios y fortaleciendo esa amistad que estás construyendo con Él.
Finalmente, si quieres construir una amistad con Dios, también te invito a tener esa relación personal de amistad con Cristo, que sin duda te llevará hasta los brazos del Padre.
¡Hoy te bendigo!
Escrito por Jonathan González – @achristian_walk – para www.conectadosconcristo.com