Vengo en un proceso que hoy quiero contarte. Ya me conocerás por varios de mis escritos en donde reflejo mi inconformidad con algunos temas de nosotros como cristianos y otros en donde te muevo a salir del estanque y emprender. Mucho de mi carácter ha tenido una influencia fuerte en el razonamiento. Tiendo a razonar todo, a verle la explicación natural a todo, o a explicar con las leyes físicas lo que ocurre pues creo que Dios es dueño de todo eso también. Ahí también veo a Dios. Sin embargo, Dios me ha llamado la atención recientemente para que sea menos racional y crea en mi corazón en lo que Él puede hacer. Me ha llamado a tener fe real y quiero hoy trasmitirte mis lecciones aprendidas.

Como conté en mi artículo pasado, vengo en un proceso de muchas ministraciones. Una ministración, si no sabes qué es, se trata de un momento en donde alguien (tu líder) te guía para que sanes con Dios algo que te marcó en algún área (Física, emocional, sexual, familiar, etc.). Estaba muy juicioso haciendo cada ministración, pero el mismo razonamiento de siempre venía a mi al finalizar y me decía: Bueno, si ya cambiaste con esta ministración sobre lujuria pues en la calle ya no sentirás ganas de mirar a ninguna mujer, ¡vamos a probar! Y al salir a probar caía nuevamente en ese mal hábito. Así ocurrió con otros muchos pecados que tengo, por lo general 3 días después de la ministración ya estaba como antes o peor. Seguí pidiéndole a Dios y a través de mi líder escuché a Dios decirme que debía creer, tener fe en lo que hacía en mi en cada ministración. Que al salir a “probar” estaba realmente dudando de Dios, estaba racionalizando todo.

Si hoy te encuentras en procesos con Dios, espero en verdad que sea así, ten en cuenta que podrías no haber sentido absolutamente nada, pero tu fe te lleva a creer y decidir salir mejor de cada proceso. Cuando simplemente creemos somos como niños y recuerda que Jesús dijo que para entrar en el reino de los cielos debíamos ser como niños. Tan solo creemos, sin preguntas, sin esperar cosas mágicas o pálpitos o temperatura alta. Dios es más que un suceso físico, Él no es ordinario, es extraordinario. No es natural, es sobrenatural. No es mágico, es milagroso. Y cómo definimos un milagro: como algo que no podemos explicar. Y si tenemos algo inexplicable que ha sucedido ha sido por el poder de la fe.

No esperes tener pruebas y razones físicas suficientes para emprender o lanzarte en la búsqueda de la felicidad o libertad que Dios ya te dio. Solo cree por fe que ya la tienes. ¡No hay necesidad de explicar todo, necesitamos incertidumbre en nuestra vida para que sea emocionante! ¡¡¡No esperes más, es HOY!!! Hoy debes creerle a Dios, creer por fe. Avanza, no te detengas a pedir explicaciones, ¡¡¡no las hay!!! Esto es fe, este es el reino de Dios y tú eres su hijo, ¡eres el protagonista! Ve por eso que está ardiendo en tu corazón, estréllate, cáete y levántate más fuerte. Pero no ahogues tu llamado, no entierres tu talento. ¡Solo cree!

¡Bendiciones emprendedor!

Escrito por David Andrés Rincón para www.conectadosconcristo.com