“No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable. Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos.”
(Isaías 53:2-3 NVI)
Hay decisiones de vida triviales pero relevantes; un día te levantas y no sabes el por qué respiras. Tu energía se ve menoscabada por afanes sin sentido; sin embargo, en tu corazón sientes que debes suspirar, mirar al cielo, confiar, contar hasta 10, coger un nuevo impulso y continuar.
Sin importar la denominación religiosa que digamos profesar, acudimos a Dios constantemente como posible salida a nuestras inseguridades. De alguna manera vemos en Él una esperanza, pero queriendo obtenerlo todo sin dar nada a cambio, nos frustramos.
Dicen por ahí que no hay una segunda oportunidad de causar una primera buena impresión. Buscamos agradar a las personas a nuestro alrededor y olvidamos que el Señor permanece a nuestro lado y, por ende, sabe a ciencia cierta las intenciones de cada decisión que tomamos.
Él sabe si es de nuestro interés obedecer su palabra, aunque seamos rechazados por un mundo que no lo conoce. Vale la pena bajar la guardia, elegir nuestras batallas y no permitir que las falsas conjeturas de los demás, nos digan quiénes somos y qué debemos hacer. Es importante que alcemos nuestros brazos al cielo para alabar a Dios por su revelación diaria de quiénes somos en Cristo y qué tipo de vida quiere que vivamos.
Fuimos creadas para dar pasos firmes hacia el éxito, llevamos impreso en nuestro ser el sentir de un Dios creativo; cada detalle, lo que nosotras vemos como imperfección, Él lo ve como una obra de arte; lo que para nosotras son puntos en contra, para Él es un diferencial que nos permitirá abrirnos paso en el salvaje mundo que trabaja por aminorar los sueños y destruir vilmente nuestras ilusiones.
Dejarse sorprender por Dios es un lujo que puedes darte como princesa del reino; no tienes nada que perder y si mucho que ganar. Haz oídos sordos a aquellos que insisten en despreciarte; jamás olvides que eres un ser humano con más virtudes que defectos. No les permitas a los insensatos destruir tu esencia, defiéndete con ese carisma de mujer guerrera que llevas en tu ADN. El Señor te formó creyendo fielmente que eres lo mejor de su creación, feliz de saber que su aporte a este planeta y al universo entero, es el corazón de alguien capaz de cambiar el mundo de quienes tiene a su alrededor.
Esfuérzate por ser de bendición para otros, impacta de manera positiva con tu aguerrida manera de pensar, con tu poder de decisión para llegar a la meta, aunque tropieces en tu intento de ser alguien para los ciegos que caminan sin darse cuenta que es Dios mismo, quien ha dicho que eres una joya preciosa para todo aquel que llegue a conocerte.
Has sonreír a Dios y lo demás se te dará por añadidura, cada palabra dicha por Él, será música para tus oídos y retumbarán hasta el último rincón, para que haga eco el hecho de que, desde el principio fuiste concebida para vencer. Digan lo que digan, tú le perteneces a Dios. No estás sola, eres amada y deseable para Él. Para darte la vida nueva que tiene para ti, necesita que confíes, creas y descanses en su dulce amor.
“Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.”
(Mateo 6:33 NVI)
Escrito por Lilo de Sierra para www.conectadosconcristo.com