Para escribir este blog, le decía al Señor de Señores (Apocalipsis 17:14 NVI) que por favor me usara para escribir, que me usara para llevar algún mensaje a alguien que leyera y ¿saben que pasó?, nada. Me encontraba como en blanco y le insistía al Rey de Reyes (Apocalipsis 19:16 NVI) que me usara, que deseaba ser usado para dar su mensaje y ¿saben que paso?, nada. Entonces me puse a clamar en voz alta, alababa y ya estaba usando un tono alto y adivinen que pasó, nada. Ya cansado y después de varios días de lo mismo llegué a pensar cosas inverosímiles como: “el Señor está ocupado y no me oye”, “no vale la pena seguir rogando el señor no oye las oraciones”, y otras bobadas más.

Bien después de calmarme y ya con una actitud cansada (y después de varios días) le pedí perdón por mis necedades y pensamientos bobos y me puse a orar desde el corazón, con una actitud humilde y tratando de no escuchar los ruidos del entorno, de concentrarme en oír su voz y me puse a navegar en su palabra y miren lo que me dijo en la Biblia: “Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse” (Santiago 1:19 NVI).

Tuve una epifanía, el Señor siempre me está hablando por muchísimos medios, pero soy tan orgulloso, caprichoso, soberbio y con una mentalidad que Dios es un “genio” (como el de la lámpara de Aladín), que pido y ya, que no tengo la habilidad de escuchar, y menos su dulce voz.

Mirando retrospectivamente fue lo que me sucedió, primero me acerqué con una actitud de: “bueno Señor úsame, soy tuyo pero rápido”. Segundo con el talante de niño caprichoso: “Mira te estoy hablando, te estoy cantando, oye, oye mírame”. Y finalmente con la actitud del necio: “Claro Dios no me escucha, Dios no me quiere, etc.

Y el Señor me mostró con su infinito amor y con su misericordia que así estaba actuando no solamente con ÉL sino con todos a mí alrededor y que así no iba a conseguir nada bueno. Entonces ahora le ruego que por favor me provea unos copitos espirituales para limpiarme muy bien mis oídos, una pastilla que me adormezca la lengua y un agua de caléndula bíblica que me evite enojarme tan fácilmente.

Eso fue lo que me pasó para escribir este blog, mi recomendación, atentos a escuchar y lentos para hablar y enfurecernos.

Siempre en Cristo Jesús, Amén.

Escrito por Alejandro Vargas para www.conectadosconcristo.com