“Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”.
(Efesios 4:31-32 NVI)
Dios nos hizo emocionales. Él quería que fuéramos especiales y muy diferentes a los hombres. A ellos por tener el rol de proveedores, tenía que hacerlos más rudos y racionales para que pudieran enfrentar con gallardía el trabajo diario y pudieran llevar el sustento al hogar; sin embargo, necesitaba imprimir en nosotras un poquito de cada sentimiento existente como una de esas deliciosas recetas que nosotras sabemos hacer, haciendo de nosotras, ayudas idóneas con el amor y la ternura necesarias para edificar con los cimientos correctos, el sueño de tener una familia unida y feliz.
Somos guerreras y como tal debemos comportarnos en nuestra casa. Para ganar la batalla diaria por el bienestar de nuestro esposo e hijos, debemos hacer las cosas a la manera del Señor. Fuimos llamadas a ser ayuda y no obstáculo, a ser fuente de bien y no de mal y a reflejar a Jesús con nuestro testimonio dentro y fuera del lugar que hemos construido como refugio seguro.
El Señor nos invita a abandonar toda amargura, ira, enojo, gritos, calumnias y toda forma de malicia al interior de nuestro hogar, porque en donde abundan todas estas cosas no hay cabida para su Espíritu. El odio y el resentimiento van erosionando las relaciones, llevándonos a limites inimaginables de tristeza o abandono. En la bondad, la solidaridad, la compasión y el perdón hallamos armonía.
Que tu elección sea siempre controlar las emociones negativas y luchar por mantener la tranquilidad. Si sientes que vas a estallar aléjate y lleva tus circustancias a la cruz. No permitas que tu falta de dominio propio se convierta en un arma capaz de herir el corazón de quienes más amas. Eres mucho más fuerte que aquella circunstancia que te roba la paz ¡puedes lograrlo!
Oremos
Amado Dios gobierna mi casa. Eres ese eslabón de amor que nos mantiene unidos y con esperanza. Bendice mi hogar con tu presencia. Guíame y transfórmame en la ayuda idónea que quieres que yo sea. Dame el dominio propio que necesito para mantener controladas mis emociones. Trae paz y armonía entre los miembros de mi familia y enséñame a reaccionar con la compasión que tú lo haces cuando yo te hago enojar. En el nombre de Jesús y bajo la unción de tu Santo Espíritu, amén y amén.