TEXTO BÍBLICO
“Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. Por estas cosas viene el castigo de Dios. Ustedes las practicaron en otro tiempo, cuando vivían en ellas. Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su creador. En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos”.
(Colosenses 3:5-11 NVI)
REFLEXIÓN
Santidad hoy día, es sinónimo de anticuado. Somos tildados de santurrones cuando expresamos abiertamente nuestro rechazo a lo que se considera aceptable y bueno para la sociedad actual y decidimos agradar a Dios antes de encajar en lo que para su voluntad es aborrecible. Nuestros sentidos juegan un papel preponderante cuando de pecar se trata, somos fácilmente influenciables, nuestras debilidades suelen traicionarnos, las tentaciones nos acechan; por ende, requerimos una alta dosis de dominio propio, una pizca de la seguridad que el Espíritu Santo nos infunde en cada decisión tomada y unos cuantos kilos del sentido común y sabiduría, que solo Cristo nos puede conceder.
Pero ¿Cómo logramos controlar nuestros sentidos?, sin el filtro adecuado ¡imposible! … Cuando aún no conocía del Señor, mis acciones dejaban entrever mi insensatez. Era malgeniada, con un temperamento descontrolado, vengativa y para completar el combo mi lenguaje incluía una gran cantidad de groserías. La vida me fue dando pequeñas lecciones. Mi hogar se desmoronó; fui confrontada públicamente sobre mi manera de hablar, poniendo en tela de juicio mi conversión; coseché lo que por años sembré con mi amargura y fue solo hasta que decidí menguar para que Jesucristo creciera en mí, que logré convertirme en una persona imperfecta, pero renovada y dispuesta a mejorar.
Todo es cuestión de coherencia. Es importante cuidar lo que vemos, escuchamos, sentimos, hablamos y hacemos. El mejor filtro que podemos utilizar para tener la certeza de que estamos en lo correcto, es Jesús. Preguntarnos que diría Él si veo, hablo o hago esto o lo otro, nos ayudará a minimizar el riesgo de caer en la falsa sensación de placer que produce el pecado. Si decimos seguir a Cristo, somos responsables de su buen nombre ante aquellas personas que aún no lo conocen o se encuentran en su proceso de transformación como creyentes. Nuestro testimonio puede ser la razón de que personas a nuestro alrededor quieran acercarse cada vez más a Dios o el principal motivo de alejamiento por la mala imagen que creamos con nuestras acciones hipócritas y desacertadas. Ser honestos, consientes, prudentes y sensatos es imperante en cada paso que decidamos dar.
Alabanza sugerida:
Canción: Suelto – Sarai Rivera
Ver video aquí: https://www.youtube.com/watch?v=sJiRfztXcJc
OREMOS
Señor me rescataste de la oscuridad y hoy soy consiente de lo que significa caminar de tu mano. Eres el dueño de mi corazón, has cambiado mi lamento en alegría y has llenado mi existencia de tu paz y amor. Veo mi reflejo en el espejo y puedo ver la persona que soy cuando te reconozco en mi vida y me agrada lo que veo. Toma el control de mis acciones y jamás permitas que yo regrese al momento cero en donde me dominaba el pecado y mi fe se encontraba resquebrajada. Declaro que soy una nueva criatura en ti. Anhelo tu presencia cada segundo de mi día. En el nombre de Jesús, bendigo tu obra en mí, amén.