“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.”
1 Juan 4:10 (NVI)
Solo tú Jesús conoces mis heridas, porque una y otra vez has tenido que remendarlas con tal paciencia, que a veces el lento proceso de restauración, se hace interminable. He entendido, que no es un único proceso el que tengo que superar, sino varios, para poder llegar a ser transformada en la mujer que tú quieres que yo sea; y que cada retazo, es una cicatriz que me recuerda que en ti encuentro la victoria, pase lo que pase o pierda lo que pierda en el intento de ser mejor cada día.
Mi caos, mi maraña de pensamientos, mis sentimientos encontrados, solo tú los entiendes, porque eres quien me escucha cuando he tenido que gritar en silencio. Lloro, me duele, imperfecta soy y me lo recalcan todo el tiempo. Me gustaría verme frente a un espejo a través de tus ojos, para poder saber lo que piensas y crees de mí, porque cuando eso suceda, tendré la seguridad de tu honestidad y sinceridad y sabré que tú validas el que yo siga respirando.
Jamás me has hecho daño, tus planes son mejores que los míos, contigo me siento protegida. Me dejo abrazar, porque te necesito, me siento completa, amada, valorada y reconocida. Por primera vez, miro a mi interior y encuentro oscuridad, me abruma, me atrapa y me mantiene inerte. Estás aquí, puedo sentir tu presencia, ayúdame a entender el porqué de todo esto. Ya no tengo miedo, camino tambaleando, cojeando, sin rumbo fijo, pero con la certeza de tenerte a mi lado; expectante, interesado, creyendo en mis capacidades y mis habilidades.
Me aferro a tu promesa, soy digna, soy suficiente, soy lo mejor de tu creación, tu niña consentida, tu hija amada; me elegiste, me escogiste y me llamaste a predicar tu palabra, a hablar de ti, a ir a donde tú me envíes y a decir lo que tú me ordenes.
Tengo clara la meta, y me esforzaré por alcanzarla. No te defraudaré, porque lo que hoy veo no es el verdadero propósito, sino lo que tengo adelante y que ya ha sido dispuesto por tu voluntad. Soy libre de elegir y decido que es contigo con quien quiero estar. Tengo una responsabilidad conmigo misma y si causo el impacto que desencadeno al abrir mi boca hoy en día, quiero asombrarme con lo que harás mañana con el potencial que tú mismo me has otorgado. Digo ¡basta!, no más auto-conmiseración, no más el buscar la aprobación de los demás, no más pensamientos negativos, objetivos sin plantear, sueños por cumplir; no desperdiciaré más mi vida en lo que no es eterno ni trascendental, en lo que no agrega valor a mi encuentro contigo, en lo que me paraliza y no me permite avanzar, en la incomprensión del mundo y en el dolor causado en el minuto anterior que ya se constituye en mi pasado; fijo mi mirada en el cielo, en el hoy, en el futuro, en el amor y el temor a ti, en mi fe, en lo que aún no he visto y en tu poder inagotable.
“En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan.”
Hebreos 11:6 (NVI)
Escrito por lilo de Sierra para www.conectadosconcristo.com