Texto Bíblico

Éxodo 30: 17 – 21 NVI

El lavamanos

“El SEÑOR habló con Moisés y le dijo: 18 «Haz un lavamanos de bronce, con un pedestal también de bronce, y colócalo entre la Tienda de reunión y el altar. Échale agua, 19 pues con ella deben lavarse Aarón y sus hijos las manos y los pies. 20 Siempre que entren en la Tienda de reunión, o cuando se acerquen al altar y presenten al SEÑOR alguna ofrenda por fuego, deberán lavarse con agua 21 las manos y los pies para que no mueran. Ésta será una ley perpetua para Aarón y sus descendientes por todas las generaciones.»”

Reflexión

Con pureza de corazón

No hay una verdadera adoración a Dios, sino somos puros espiritualmente. Es necesario limpiar nuestro corazón, confesando nuestros pecados, para que nuestros ruegos, alabanza y servicio, sean agradables ante sus ojos. Estamos equivocados cuando creemos que podemos servir a nuestro Señor en función de nuestros hermanos, cuando llevamos una carga negativa de comportamientos inadecuados en nuestros hombros; al hacerlo, Dios mismo nos pondrá en evidencia, con el fin de ser lavados en su palabra y su verdad.

Tenemos un Dios perdonador, que nos examina y conoce más que nadie en el mundo. Sabe cuáles son nuestras motivaciones y conoce a profundidad, sin que se lo digamos, si estamos o no arrepentidos de nuestros pecados. Pero al poner en consideración suya nuestras faltas, nos bajamos del altar del orgullo y nos revestimos de la humildad propia de un alma al servicio del Señor.

En sus manos somos instrumentos de bendición para quienes nos rodean, necesitamos ser lavados desde los pies hasta la cabeza, para retirar toda la suciedad espiritual que hemos permitido se adueñe de nuestro interior. Ser honestos y sinceros con Él, comportarnos de la manera apropiada como un hijo de Dios debe hacerlo, es la manifestación de la presencia de nuestro Padre en nuestras vidas.

Mucho cuidado con el mensaje que das a través de tus palabras y tus acciones, hay que tener temor y temblor antes de hacerlo en el nombre del Señor, si consideras que eres hijo de Dios, actúa como tal y no manches tu servicio haciéndolo de manera irresponsable, con un corazón impuro, que lejos de exaltarlo lo ofenda por nuestra falta de delicadeza en nuestro caminar diario con Él.

 

Oremos

Límpiame Señor, purifícame, haz de mí un servidor fiel que pueda presentarse delante de ti sin mancha de pecado que opaque mis intenciones para contigo y con los demás. Te confieso que (dile tus faltas) y te pido perdón. Dame un nuevo corazón y una mente renovada, que dignifique tu nombre en lo que soy y en lo que hago. En el nombre de Jesús, amén y amén.

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