“7 —Toma en cuenta —le dijo el Señor a Moisés— que te pongo por Dios ante el faraón. Tu hermano Aarón será tu profeta. 2 Tu obligación es decir todo lo que yo te ordene que digas; tu hermano Aarón, por su parte, le pedirá al faraón que deje salir de su país a los israelitas. 3 Yo voy a endurecer el corazón del faraón, y aunque haré muchas señales milagrosas y prodigios en Egipto, 4 él no les hará caso. Entonces descargaré mi poder sobre Egipto; ¡con grandes actos de justicia sacaré de allí a los escuadrones de mi pueblo, los israelitas! 5 Y cuando yo despliegue mi poder contra Egipto y saque de allí a los israelitas, sabrán los egipcios que yo soy el Señor.” El poder de Dios se glorifica en nuestras debilidades. Lejos de ser una divinidad, el faraón era un ser humano orgulloso, arrogante, vengativo, crítico y egocéntrico. No estaba dispuesto a dejarse ver en una actitud benevolente, porque no conocía del Dios de Israel, ni tampoco estaba interesado en saber lo que era capaz de hacer. He tenido la oportunidad de conocer personas que actúan igual que el faraón, creen tener el control de todo y no necesitar de nadie. Desconocen el poder de Dios en su vida, en su corazón sobreabunda todo menos la bondad y la generosidad, son crueles con sus semejantes, negativos y pesimistas. No somos personas perfectas ni tenemos el derecho a juzgarlos, pero observamos expectantes aquel espectáculo de irritabilidad y poca complacencia. Si conoces a alguien así y se te presenta la oportunidad de hablar con él o ella, es preciso decir lo que Dios te ordene que digas, para esto se requiere que estés en una continua comunión con Él, estudies su palabra y adquieras el conocimiento y la sabiduría que viene de practicar lo aprendido bajo la dirección del Espíritu Santo. No podemos ser cómplices de sus acciones, es nuestra obligación exhortarlo con amor para que decida cambiar sus actitudes llenas de intolerancia y agresividad. Seguramente ésta persona tendrá el corazón encallecido a causa de su pecado, te dirá que siempre ha sido así y no va a cambiar, pero Dios respaldará tus palabras ya que el que convence no eres tú sino el Espíritu Santo, lo que digas, te dará autoridad, le infundirá respeto y poco a poco esa semilla que siembres, dará fruto. Dios te bendice, hará milagros y verás que su palabra en tu boca jamás regresará vacía y solo a través de ti, ésta persona conocerá el verdadero poder de aquel que buenos o malos nos ama por igual. Señor, haz de mí una persona digna de tu amor, para que a través de tu gracia y mi buen testimonio, pueda hacer milagros en tu nombre. Permíteme exhortar corazones, para que diciendo lo que tu me has ordenado decir, personas que ignoran lo que eres capaz de hacer, te conozcan, se enamoren cada día más de ti y decidan cambiar el rumbo de su vida. Que tu santo Espíritu actúe directamente en el corazón de ésta persona, que hoy ponemos bajo tu cuidado, para que el milagro más grande se vea reflejado en su cambio de actitud. En el nombre de Jesús, Amén.Texto Bíblico
Éxodo 7 NVI
Reflexión
Corazón de piedra
En Dios no hay coincidencias, bendiciones o maldiciones como resultado de nuestras acciones en la vida, son potestad y voluntad del Señor.
Oremos