Por Nina Gutiérrez
«Y El os dio vida a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados«
(Efesios 2:1 RVR 1960)
Cuando andabas muerto estabas tendido adorando un ídolo que solo te traía ruina, dolor, destrucción y muerte total, podías verte perdido, no hallabas sentido a lo que veías, aunque querías dejar de adorarlo, seguías haciéndolo; buscaste mil formas de dejarlo pero no podías, hasta que llegó una esperanza, el Espíritu de Dios, quien te buscó y te entregó a Cristo para darte vida y sacarte de la destrucción en la que te encontrabas.
Abrió tus ojos, destapó tus oídos, tu olfato, pudiste sentir y aparte de todo te alimentó y te dio de beber, llenó de carne y piel tus huesos trayendo libertad y vida. Entonces, no te cambias por nadie, estás lleno de gozo, fe y amor los cuales Dios mismo a depositado en ti.Pero en esta nueva vida no todo es color de rosas, hay espinas en el camino, entonces notas dolor, padecimiento y sufrimiento, a lo que se dice: ¡Esto no es de Dios! Porque hasta ahora has conocido un Dios de amor, bondadoso, que te resucitó de muerte a vida, entonces te preguntas ¿cómo puede sobrevenirme este mal? ¿Cuál es su propósito y llamado?
Puede que no conozcas la razón y no puedas ver el fin de tanto dolor y sufrimiento, pero debes recordar que Él sabe porque lo estás viviendo.
Recuerda que antes adorabas un ídolo que solo te traía muerte, ruina y destrucción, no podías ver y vivir. Dios te ha traído a vida con un propósito; todo lo que Él hace tiene sentido en su mente, tu descansa en el regazo de su corazón en donde te ha levantado y te tendrá por toda una eternidad.
Escrito para conectadosconcristo.com