La vida es un viaje en el cual Dios nos ha permitido tomar decisiones. El camino que recorrió Cristo estuvo lleno de momentos en los cuales las decisiones que debía tomar cambiarían el rumbo de la historia. En la vida del creyente es igual, y aunque nuestras decisiones son menos trascendentes que las de Jesús, ellas guardan una estrecha relación con la razón por la cual habitó entre nosotros y fue asesinado, la salvación y reconciliación con el Padre a través de su sacrificio. En ese mismo espíritu nuestras decisiones si pueden alterar el rumbo de la historia, la nuestra y la de otros.

Prueba de ello es que en la vida del creyente nada es igual después de conocer a Jesús; tal y como lo afirma la Palabra:

“Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado!”

(2 Corintios 5:17 – NTV)

Otro momento en el cual el mismo Jesús revelo la importancia de decidir, para poder nacer de nuevo y acceder al Reino de Dios, fue consignada en los evangelios.

“Jesús le respondió: Te digo la verdad, a menos que nazcas de nuevo, no puedes ver el reino de Dios.”

(Juan 3:3 – NTV)

El impacto de estas afirmaciones en la vida de muchas personas alrededor del mundo es lo que ha permitido que millones de seres humanos hayan tomado la decisión de seguir a Cristo y ver sus vidas cambiar. Sin embargo, la mera decisión de seguir a Cristo conlleva una serie de decisiones que impactarán la forma en la cual nos relacionamos con Dios y con el mundo.

En ese mismo sendero, ideas como las que Cristo expone a Nicodemo generan controversia al referirse a otra decisión muy importante, la de abandonar…

“Entonces llamó a la multitud para que se uniera a los discípulos, y dijo: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz y seguirme.” Marcos 8:34 NTV

Notemos que además de abandonar (pecados, costumbres, malos hábitos, etc.), Jesús nos pide que decidamos tomar su cruz y seguirle. Tomar esa cruz es una invitación a adentrarse en la causa del evangelio, y nos lleva a otra importante decisión; decisión por la cual se inclinaron los doce apóstoles y que impactaría el mundo entero: vayan, hagan, enseñen y estén seguros…

“Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos.”

(Mateo 28:19-20 – NTV)

Considera un escenario en el cual los discípulos no hubiesen decidido obedecer lo consignado en estos dos versículos, si no hubiesen estado dispuestos a abandonar una o muchas cosas, y si ellos no hubiesen decidido recibir a Cristo en su corazón como Señor y salvador… Ahora bien, para ellos y para nosotros la herencia nos es dada.

“Es por su gran misericordia que hemos nacido de nuevo, porque Dios levantó a Jesucristo de los muertos. Ahora vivimos con gran expectación y tenemos una herencia que no tiene precio, una herencia que está reservada en el cielo para ustedes, pura y sin mancha, que no puede cambiar ni deteriorarse.” 1 Pedro 1:3-4 – NTV

Hoy queremos invitarte a ser parte de los salvos y nacidos de nuevo, de aquellos que hemos decidido de forma libre y voluntaria, ser parte de ese gran mover que salva, cambia y renueva la vida de millones de personas en el mundo entero.

¡Hoy es el día de salvación, hoy es el día de nacer de nuevo!

Hoy te bendigo.

Escrito por Jonathan González (@achristian_walk) para www.conectadosconcristo.com