«Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, 24 conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor»
(Colosenses 3: 23 NVI)
A veces el trascurrir de los días, la cotidianidad o la rutina hacen su labor en nuestra mente y en nuestras vidas, nos convierten en un estilo de entes que actúan como robots programados para realizar determinadas funciones. Pues mi amigo lector déjeme decirle que cuando estemos así, de modo automático, debemos tener cuidado porque estamos muy cerca al lugar en el que el perdedor nos quiere, en un lugar donde él nos puede tener a su merced, en un lugar conocido como la zona de confort.
Pero ¿cómo identifico la zona de confort?, bien realicémonos cuatro preguntas que nos pueden ubicar: La primera: ¿Siento el mismo gozo al ir a trabajar, o estudiar, o aprender en la iglesia como el primer día?, La segunda: ¿Acepto de buena gana las directrices de mi jefe, profesor o pastor? La tercera: ¿Le doy gracias al SEÑOR por tenerme en el lugar donde trabajo, estudio o le alabo a ÉL? Y la cuarta: ¿Aporto o presto algún tipo de servicio extra donde produzco, aprendo y me edifico espiritualmente?
Si alguna de las anteriores preguntas tiene como respuesta un no, debemos ponernos en estado de alerta, en DEFCON 1 como los dirían las fuerzas militares de los EEUU y esto representa la previsión de un ataque inminente porque estamos en la zona de confort y expuestos a ideas como: que “hartera” ir trabajar, ir a estudiar o ir a la iglesia, si es “cansón” mi jefe, profesor o pastor, merezco un lugar mejor donde laborar, donde estudiar u otra iglesia pues en esta no me quieren, para que hago más con ese sueldo tan malo, ese profe se contenta con “copy and page” o en la iglesia no me necesitan además no tengo tiempo.
Mi invitación es a que nos incomodemos, a no entrar a esa actitud de lunes por la mañana, a ser agradecidos, a dar más de lo que nos piden. Hay que tener en cuenta que todo lo que hagamos es para EL SEÑOR DE SEÑORES y que no importa lo humilde de nuestras acciones, ÉL valora todo y tiene mucho en cuenta nuestra actitud. Tenemos que estar en máximo estado de alerta con los ojos puestos en ÉL y estar conscientes de que el Señor nos recompensará con la herencia.
En Cristo Jesús, Amén.
Escrito por Alejandro Vargas para www.conectadosconcristo.com
Muy bien Alejo, excelente recomendación.