“No tengas miedo, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu DIOS. Te daré fuerzas y te ayudaré; te sostendré con mi mano derecha victoriosa”
(Isaías 41:10 NTV)
El pasado fin de año fui a una casa de veraneo cerca de la ciudad, para disfrutar allí de la llegada del nuevo año en compañía de mi familia, es común querer salir de la capital para esas fiestas; muchos queremos cambiar el agite de la ciudad por la tranquilidad de un pueblo o del campo, sin embargo, llegamos a la cita afectados por el tema de los bichos y los nuevos virus.
Fue gracioso ver que cada uno llevó un tipo diferente de repelente para atacar nuestro temor más grande en esas vacaciones, las picaduras de los mosquitos y las enfermedades que transmiten, y a pesar del arsenal que llevábamos para defendernos, nos encerrábamos en la casa luego de las cinco de la tarde para evitar ser atacados por los maleantes alados.
El ruido en las noticias sobre los mil males que se pueden obtener después de una picadura, es una forma de ejercer presión sobre la población para que ésta se mantenga alerta y evite ser contagiada de cualquier forma, no obstante, estos mensajes quedan grabados en nuestra mente tan profundo que sin querer te llevan a hacer las cosas bajo el temor y como un autómata.
De alguna manera conocer las consecuencias del pecado, nos empuja a actuar bajo el temor y robóticamente, más que por el gusto y el placer de agradar a alguien que amamos, pero no es lo que DIOS quiere que hagamos, las leyes amenazadoras no nos darán la libertad y la victoria sobre el pecado, sino la intención de mantenernos en santidad para agradar a un padre amoroso.
Estando allí recostado sobre la cama una de esas noches de vacaciones, pensé sobre lo que dice la palabra con relación al temor y por qué es el arma preferida por el enemigo; creo que el temor es algo que nos paraliza y no nos permite razonar de manera correcta, hace que perdamos las verdaderas proporciones de las circunstancias, nos hace perder el enfoque y la paz interior.
DIOS nos insiste en que seamos valientes, para que a pesar del miedo decidamos confiar en Él y tomemos el camino que nos llevará a cumplir nuestros sueños y sus propósitos, ser valientes es un ejercicio de fe, es bajarse de la barca y caminar sobre el agua en medio de la tormenta. No es fácil, pero debemos confiar y no perder de vista a JESÚS, ÉL es el camino.
Alguna vez leí que en la biblia DIOS nos habla 365 veces sobre combatir el temor y ser valientes, para ser honesto no sé si esto es verdad, pero independientemente de si es o no real, lo cierto es que DIOS quiere que nos esforcemos y seamos valientes todos los días del año. En nuestras vidas es necesario asumir riesgos para alcanzar metas.
Luchar contra el enemigo y contra el pecado en nuestras vidas, morir a nosotros mismos y permitir que el santo espíritu de DIOS tome más fuerza dentro de nosotros, es la manera de vencer el temor, si dejamos que DIOS controle nuestras vidas y dependemos 100% de ÉL, seremos libres de todos nuestros afanes y preocupaciones. Pues quien se ocupa de las cosas del PADRE puede confiar en que ÉL se ocupará de las suyas.
La valentía no se trata de tener temor o no tenerlo, sino de tomar decisiones en momentos donde las circunstancias no están del todo a nuestro favor, o cuando estamos expuestos y nos encontramos fuera de nuestra zona de confort. La decisión de creerle a DIOS y seguir sus caminos es para valientes, para personas con carácter, porque estarán expuestos a críticas, burlas, persecuciones y maltratos.
El temor es engañoso y puede llegar a tu mente por las malas experiencias que te han compartido otras personas, o por los fantasmas y mentiras que la sociedad nos ha querido meter en la cabeza, y buscan presionarte para llevarte al límite y hacerte tomar decisiones equivocadas, miedos como: Si no consigues con quien casarte antes de los 30 te vas a quedar para vestir santos, son bastante comunes.
No todos los miedos son malos, básicamente existen para mantenernos con vida, si todos fuéramos temerarios, con seguridad moriríamos con una frecuencia desmesurada, estaríamos exponiéndonos a la muerte sin pudor alguno y con una ligereza pasmosa, más que temeridad sería ingenuidad, y quien busca el peligro perecerá en él.
Los temores infundados andan libremente por nuestras mentes, de allí la importancia de alimentar nuestras mentes con ideas provechosas, debemos cuidar lo que entra en ella, pero más allá de eso es importante saber que DIOS está de nuestro lado y que nada que intente levantarse en nuestra contra prosperará. No se trata de tener o no miedo, se trata de cómo reaccionas cuando éste te visita.
Escrito por Mr.Cesos para www.conectadosconcristo.com