Texto Bíblico

Exodo 33: 1 – 6 NVI

“El SEÑOR le dijo a Moisés: «Anda, vete de este lugar, junto con el pueblo que sacaste de Egipto, y dirígete a la tierra que bajo juramento prometí a Abraham, Isaac y Jacob que les daría a sus descendientes. 2 Enviaré un ángel delante de ti, y desalojaré a cananeos, amorreos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos. 3 Ve a la tierra donde abundan la leche y la miel. Yo no los acompañaré, porque ustedes son un pueblo terco, y podría yo destruirlos en el camino.» 4 Cuando los israelitas oyeron estas palabras tan demoledoras, comenzaron a llorar y nadie volvió a ponerse sus joyas, 5 pues el SEÑOR le había dicho a Moisés: «Diles a los israelitas que son un pueblo terco. Si aun por un momento tuviera que acompañarlos, podría destruirlos. Diles que se quiten esas joyas, que ya decidiré qué hacer con ellos.» 6 Por eso, a partir del monte Horeb los israelitas no volvieron a ponerse joyas.”

Reflexión

Delante de mí, va Él

Es el Señor quien nos muestra el camino a seguir, enfrentamos diversas pruebas, derrotamos gigantes a nuestro paso, superamos dificultades y avanzamos con la firme promesa de una tierra prometida que conquistar de acuerdo a su voluntad. No estamos solos, Él va delante de nosotros, simplemente debemos confiar en que lo que Él ha dicho se cumplirá.

Ha sido generoso en darnos claramente las instrucciones que debemos cumplir para agradarlo, pero nuestra terquedad hace que nos alejemos del propósito que tiene para cada uno de nosotros. Nos da las opciones y decidimos por tomar el camino más largo y con los más peligrosos obstáculos para llegar a la meta, sin tener en cuenta que cuando nos alejamos de Él, la vía está llena de ruina y destrucción.

Nuestro Padre nos protege porque nos ama a pesar de que le fallamos. Es como cuando le decimos a nuestros hijos que no les vamos ayudar con algo con lo que no estamos de acuerdo y ellos deciden en rebeldía hacerlo, los observamos a lo lejos atentos a intervenir en cualquier momento para brindarles nuestro apoyo incondicional; así me imagino a Dios, diciéndole al pueblo de Israel que enviaba un ángel pero que Él no iba con ellos, para evitar arder en ira por su comportamiento necio, pero estoy segura que su mirada permaneció siempre sobre ellos, pendiente para poderlos levantar cuando se sintieran sin fuerzas, desanimados o derrotados.

No hay nada ni nadie que te pueda arrebatar la gracia y la bendición que Dios te ha concedido. Leche y miel que provienen del cielo serán tu provisión, solo necesitas la determinación de obedecerlo, seguirlo sin dudarlo y exaltarlo todo el tiempo.

Es respetuoso de nuestras decisiones, si no lo llamas, si no lo buscas y no le haces saber que requieres de su presencia y consejo, no lo hará. Te animo a que le permitas tomar el control de aquello que hoy te roba la paz y la tranquilidad, a que lo dejes gobernar en tu vida y habitar en tu corazón, para que de ésta manera puedas alcanzar tus sueños y cumplir tus objetivos con el éxito que esperas.

 

Oremos

Señor, gracias por permanecer a mi lado y fijar tu mirada en mí, aún cuando soy un(a) pecador(a) y te fallo constantemente. Hoy te recibo en mi casa, en mi trabajo y en mi corazón, para que seas tú mi guía en toda circunstancia. Toma el control de aquello que sabes añade tristeza en mi vida por mi terquedad y necedad. Te necesito, ven a este lugar y nunca más te apartes de mí, porque sin ti, nada soy y nada tengo. En el nombre de Jesús, amén y amén.

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