Cuando hablamos de familias ya no podríamos hablar solamente de padre, madre e hijos. Según algunos estudios existen al menos 6 tipos de familia, entre ellas las homoparentales que están en el centro de muchas discusiones académicas y religiosas, tema al cual no me referiré en este momento; sin embargo, cuando hablamos de familias cristianas podemos decir que solamente existe un modelo, lo cual por diseño divino es cierto, e implica entender también que la configuración de muchas familias cristianas presenta variaciones y desconocerlo sería poco sabio.

La necesidad de pensar en la forma en la cual nos relacionamos con nuevas familias requiere revisar con qué tipo de familias vemos en nuestras iglesias y permítame traer algunos ejemplos: familias sin la presencia de uno de los padres (por abandono, separación, muerte o porque así inician), en las cuales la paternidad es ejercida por uno solo de los padres; familias en las cuales son parientes (tíos, abuelos, etc.) quienes ejercen la paternidad ante la ausencia de padres; familias que han sido resultado de uniones de padres separados (con o sin hijos); familias en las cuales conviven varias familias, etc.

Sin embargo, puedo decir con certeza que algunos de esos escenarios tienen relación, lamentablemente, con el pecado (aunque se empleen términos y conceptos para disfrazar la raíz) en la vida de muchos; abandono en muchas formas, infidelidad, violencia intrafamiliar, mentiras, homosexualismo, entre muchos otros pecados (aunque es importante considerar escenarios como guerras, crisis ambientales o económicas, entre otras), son la raíz de la destrucción de las familias alrededor del  mundo.

Son miles de hijos, esposas, esposos, madres, padres que sufren tras la destrucción de la familia, y aunque he de reconocer que en algunos casos la distancia ha sido necesaria, también debo decir que si permitiéramos que Dios entrara a casa, muchas situaciones podrían prevenirse, aún en familias compuestas por creyentes.

Por lo anterior, es necesario iniciar con el fortalecimiento de las familias en nuestras propias iglesias, aún de aquellas que ya no son conforme al modelo divino (padre-madre-hijos) o nunca lo han sido, pero que a través de la obra de Cristo en sus miembros, son familias que Dios tiene en su panorama  y en las cuales Él ha restaurado corazones y restituido falencias.  La importancia de aprender a llevar el mensaje del evangelio y relacionarnos con estas nuevas paternidades, ejercidas por padres, hijos, abuelos, tíos, u otras personas o familiares, y formas de hacer familia, es fundamental en los procesos que implican fortalecer y salvar a la familia.

Salvar y fortalecer la familia atraviesa por la necesidad de impactar al mundo conforme a lo consignado en las Escrituras (“…Id y haced discípulos…”), y la familia es el primer vehículo para ello. Son miles de personas las que han podido conocer a Cristo a través de un miembro de su familia o a través del ejemplo de otras familias.

Somos muchos los que creemos con firmeza que cuando se nuclea una familia alrededor de Jesús esta es más fuerte, puede ser influencia y cumple con el plan de Dios (“Si el SEÑOR no construye la casa, los constructores pierden su tiempo.” Salmo 127:1 – PDT).  Familias que se forjan alrededor de Dios, en oración, lectura y meditación de la Palabra e intimidad con Él, podrán impactar a muchas otras familias a través del ejemplo y la predicación del evangelio, y así atraer el reino de Dios a un mundo en caos.

Tras un tiempo en el ejercicio de mi profesión, y mi labor como consejero en nuestra iglesia, doy gracias a Dios porque el amor de Dios está en los corazones de aquellas madres o padres, que han asumido el desafío de levantar una familia solos, en el corazón de esos abuelos y tíos que no han abandonado a nietos y sobrinos en momentos complejos, en el corazón de aquellas personas que han acogido entre los suyos a otros miembros a través de la adopción, y por esas grandes familias que se levantan como una pequeña comunidad, gracias al amor de Jesús.

No importa en cual modelo estés, aún por fuera del hermoso diseño original, Dios tiene un plan para tu familia y por ello es importante apartarnos de todo pecado que ponga distancia entre Dios y nosotros, lo cual siempre será posible a través de Cristo. Hoy te invito a recibir a Cristo en tu corazón e iniciar un sendero de reconciliación con el Padre y con los tuyos.

¡Hoy te bendigo!

Escrito por Jonathan González (@achristian_walk) para www.conectadosconcristo.com