“Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.”

(Hechos 17:31 RV60)

El día ha sido establecido, para que el Juez Justo juzgue con Justicia al mundo, pues ha sido hallado culpable. Fue vencido hace siglos por un varón designado por el Padre, su Hijo, Jesús de Nazaret y, así mismo Dios dio fe y convicción plena de Él por haberle levantado de los muertos para que todos cuanto vieran y dijeran, y supieran de esto en los siglos venideros, creyeran en Jesús para salvación. El plan fue diseñado, sigue siendo ejecutado y finalmente, los tiempos se cumplen y el momento ha de acercarse, para ver ese día.

Como el príncipe de la potestad de los aires, y dueño del mundo (1 Juan 15:19), el maligno mueve sus huestes de maldad a diestra y siniestra, intentando ganar tiempo no olvidando qué le espera al cumplirse los tiempos. El pueblo de Dios está en el territorio del maligno, más no para perdición ni destrucción, como había sido antes de ser sumergido en la Sangre del Cordero –el mismo que venció-, sino para salvar y rescatar del destino que las tinieblas enfrentarán, a las almas que Dios tanto ama. Desde la existencia de la humanidad, Dios y satanás han luchado por una sola cosa: el corazón del hombre. Satanás para destruirlo y Dios para restaurarlo a su imagen, con todos los beneficios y favores dados en la eternidad.

Todo en absoluto desde antes de la fundación del mundo ha sido un plan. Lo que al parecer de muchos, se ve como una historia de ‘mitología’ o ‘fantasía’. Pero el mayor libro que Jesús escribe y aún no termina es acerca de su pueblo; basado en una historia con el mayor y más alto grado de realidad.

¡Fuente de inteligencia es Jehová! (Isaías 11:2). (La clave está en no ver la palabra ‘inteligencia’ de la forma como el mundo me la enseñó sino como el Espíritu de Dios me la revela y enseña en Su Palabra). Maravillada estoy cada vez que pienso en esto; su plan y su propósito con todas las cosas.

Todo tiene que ver con el mundo, el territorio y las tropas de satanás; y el pueblo de Dios, quien es a su vez, ejército suyo. El mundo por estar condenado y estar en contra de Dios, y el pueblo por estar en el mundo -pero no pertenecer a él- y tener movimiento de guerra y conquista allí para los propósitos de Dios en contra de quien gobierna el mundo. Una oposición directa el uno con el otro.

Existen dos bandos de los que cada ser humano puede ser parte: o vive su propia vida como desea, engañado y envanecido en tinieblas; o resplandece por donde quiera que va con la Luz de Cristo, siendo marcado y apartado por Su Sangre y hecho digno a participar de las maravillas del Dios vivo -¡cuán innumerables e incompresibles son éstas!

Nunca hay un punto medio. Bien o mal, blanco o negro, oveja o lobo, águila o víbora, león legitimo o león ‘de mentiras’.

El hombre, posee como dádiva de Dios lo que llaman ‘el libre albedrío’ o la capacidad de tomar sus propias decisiones y hacerse responsable de sus consecuencias, a conciencia… así que, los seres humanos podemos decidir si queremos estar en alguno de los dos lados; se trata de una decisión propia.

Así como algún día decidimos dejar entra a Jesús en nuestras vidas, otra persona puede decidir lo contrario. ¿Cómo evitar que no decidan mal si yo conozco la verdad? Lo mismo que nos atrajo a nosotros –y nos atrae cada día- a Dios, es lo único que puede atraer a aquellos que están el mundo: el amor sobrenatural de Dios. Un amor diferente a todo lo que el mundo conoce y de lo que está acostumbrado; el amor de Dios nunca es parcial o a medias, nunca tiene condición y nunca cesa de amar, fue, es y será eterno.

La salida al mundo es Dios, la separación del mundo se da únicamente en el amor del Padre (1 Juan 2:15). Búscalo y encontrarás no solo una salida, sino la esencia que llena toda una vida y todo un ser; más allá de todo entendimiento.

¿Condena y muerte, derrota y pérdida eterna? o justificación, vida, victoria, y ganancia en Cristo por siempre y para siempre.

Escrito por Catalina Tamayo para: www.conectadosconCristo.com