TEXTO BÍBLICO
Proverbios 27:11 (NVI)
“11 Hijo mío, sé sabio y alegra mi corazón;
así podré responder a los que me desprecian.”
REFLEXIÓN
El carácter de Dios en ti
Las instrucciones del Señor en su palabra, no fueron escritas para amargarnos la vida, sino para nuestra protección. Sus enseñanzas han sido impartidas para que nuestro carácter sea moldeado a través de la obediencia.
De manera inconsciente la gente percibe a Dios, a través de nuestras actitudes para con los demás. Solemos pensar que porque hemos estudiado a fondo la Biblia, crecido en conocimiento, nos congregamos cada ocho días, servimos en la iglesia, diezmamos oportunamente y predicamos algunos temas a ciertos públicos; tenemos autoridad para juzgar, señalar y tratar con dureza a quienes consideramos que no son dignos bajo nuestro propio y poco objetivo criterio.
Dios nos exhorta a dejar de lado el orgullo, a ser humildes, pacientes, sabios y amorosos, aun con quienes nos persiguen o nos incomodan y a darle honra a través de nuestro comportamiento, para que nadie ponga en duda su soberanía y gran poder para bendecir a sus hijos.
Cuando permitimos que la raíz de soberbia crezca en nuestro interior, damos un mensaje equivocado acerca de Dios a quienes nos rodean. No eres cristiano porque lo digas, sino por lo que demuestras y reflejas públicamente y en intimidad; aunque no lo creas estás siendo evaluado por quienes te observan (incluido el Señor) y es tu responsabilidad que ellos se acerquen o se alejen cada vez más, de una vida conforme a su verdad.
Hoy quiero invitarte a que seas radical; no permitas que con tus malas decisiones, tu corazón duro y tu falta de amor para con los demás, las personas se lleven una imagen equivocada de Dios. Serás medido con la misma vara que tu mides a otros y juzgado con la misma severidad por el Todopoderoso ¡Es tu responsabilidad!
Alabanza sugerida
Canción: Padre Nuestro – Christine D’Clario
Ver video aquí: https://bit.ly/2r2iLHl
OREMOS
Padre, perdóname porque con mi conducta refiero que me encuentro lejos de ti. Confieso que he señalado y juzgado duramente a otras personas, que he pensado que soy digno porque conozco más que ellos tu palabra o porque juiciosamente me congrego. Hoy me acerco a ti, para que escudriñes mi corazón y arranques toda raíz de orgullo y de soberbia que allí pueda albergar. Ayúdame a ser la persona que tu quieres que yo sea y dame la capacidad de hablarle a otros de quién eres, a través de mi testimonio diario. Perdóname Señor, en el nombre de Jesús, amén.