A menudo como cristianos andamos buscando las fallas, lo que está mal, lo que no nos parece del otro o incluso de nosotros mismos y ese no es el plan de Dios. He venido viviendo una etapa que me ha revelado que Dios quiere que fortalezca mis virtudes, los dones que me dio y no que me detenga o estanque por mis fallas, dándole tanto poder a mis pecados que llegan a convertirse en el dios que sigo. ¿Y dónde queda el Dios real del que hablo en mis artículos? ¡No podemos permitir que el pecado sea más poderoso que el mismo Dios en nuestra vida!

Te invito a leer mi anterior artículo: “Mundano” por estar fuera de la iglesia. De esta manera estarás más relacionado con el punto al cual quiero llegar con este escrito. Podemos hablar de miles de personas que han impactado el mundo sin hacerlo a través de una iglesia:  Michael Jordan, Mahatma Gandhi, Albert Einstein, Winston Churchill, Leonardo da Vinci, etc. Con esto no quiero decir que no sea importante pertenecer a una iglesia o echar raíces dentro de ella. De hecho, pienso que es más fácil impactar el mundo fuera de la iglesia cuando estás dentro de una. Allí es donde Dios te muestra tu propósito y te permiten conocer que venimos a servir a ayudar a otros a través de los talentos que nos ha dado.

Retomando el tema de los talentos, Dios me ha venido moviendo el piso con la parábola en que Jesús cuenta a sus discípulos que el Reino de los cielos es como un hombre que al emprender un viaje decide encomendar sus monedad de oro a sus siervos de acuerdo con su capacidad. Al final de la historia el que recibió menos fue el único que las enterró y no hizo nada con ellas por miedo a perderlas mientras que los demás hacen negocios duplicando lo que recibieron. El jefe tilda de negligente al hombre con miedos y le quita lo que le dio. Yo no sé tú, pero no quiero que al final del camino Dios me mire a la cara y me diga: ¡Negligente, no hiciste nada con lo que te di! Me da temor pensar en que eso pueda suceder.

Ahora ya tenemos las dos partes de lo que quiero compartirte: Por un lado, la iglesia no es el único lugar donde puedes impartir tus dones y por el otro, Dios te pedirá cuentas de lo que hayas hecho con tus dones. Sin querer a veces caemos en un error grandísimo debido a los procesos de sanidad que hacemos dentro de la iglesia y es ponernos en estado “Soy solo defectos, tengo mucho por trabajar”. Te lo digo porque me ha pasado. En ocasiones me he mirado y dicho: No, me falta mucho por trabajar, “no soy nadie, no soy bueno”. ¡¡¡Ojo!!! No quiero decir que no debas trabajar cosas en tu vida y sanar en tu corazón, pero eso no significa que tienes que detenerte y no impactar la vida de los que te rodean con los dones que ya tienes. No te quedes viendo lo que te falta, observa lo que ya tienes y duplícalo, sé un buen siervo para que Dios, cuando estés frente a frente te diga: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

Los cristianos tendemos a enterrar nuestros talentos por miedo a no tener preparado el corazón o ser “muy poca cosa” o estar repletos de defectos y eso es un error tremendo. Imagina a Michael Jordan preguntándose si será digno de ser el mejor basquetbolista de la historia porque todavía lucha con sus ojos. Imagina a Mahatma Gandhi deteniendo su llamado de liberar a la India de la opresión británica sintiéndose inferior por sus luchas en el área sexual (De hecho, es real que las tenía). Imagina a Churchill enfrentando el terror de Hitler abrumado por la culpa y remordimiento de sus pecados. ¡¡¡No!!! Tú tienes un llamado y tienes que llevarlo a cabo cueste lo que cueste. Si, debes trabajar cosas con Dios, pero eso no significa que mientras tanto debes enterrar tus dones o callarte. ¡Despierta! Que sea mayor el tiempo que dedicas a fortalecer tus dones que el que dedicas trabajando en tus pecados. No conviertas el pecado en un dios.

Quiero cerrar con estas palabras de Jhon Maxwell en su libro <Cómo ganarse a la gente>:

Con frecuencia, las personas cometen un error en su desarrollo personal cuando se concentran demasiado en sus debilidades. Como resultado, dedican demasiado tiempo a arreglar sus puntos débiles en lugar de maximizar sus puntos fuertes.

¡Bendiciones emprendedor!

Escrito por David Andrés Rincón para www.conectadosconcristo.com