Hace unos días sostenía una conversación con una persona, la cual se refirió al pastor principal de su congregación como “el dueño del letrero”. Esta afirmación, es parte de las creencias de miembros de muchas iglesias y moldea la relación de ellos con sus pastores y las actividades de la iglesia; una de las razones: la foto de los pastores acompañan los nombres de las congregaciones en páginas web, avisos de prensa, etc.
Estos elementos dan una falsa sensación de propiedad de algunas personas sobre las congregaciones, lo cual podría ser un error de percepción involuntario, o quizás una forma en la cual algunos pastores pretenden mostrarse como dueños de las mismas (como dueños de una franquicia). Además de ello, contribuye a sostener una postura en la cual los creyentes no se involucran en el quehacer de la iglesia.
Lo cierto es que ninguna iglesia en el mundo podría ser considerada propiedad de algún líder o pastor, y ninguna miembro de una congregación debería estar separado de la razón de ser de las iglesias.
Ahora bien, lo que sí cierto es que aquellas personas asociadas como “dueños del letrero” son participes de una iglesia, como el resto de nosotros, aunque con responsabilidades diferentes. Así las cosas, la pregunta sería: ¿quién es el dueño del letrero? La respuesta es Dios y esto se puede ver reflejado en la Palabra:
“Estimados hermanos de la iglesia de Dios que está en Corinto: Dios los ha hecho santos por medio de Jesucristo” 1 Corintios 1:2 – PDT (el subrayado es mío)
En un momento, el apóstol Pablo reunido con los ancianos en Éfeso escribe lo siguiente:
“Entonces cuídense a sí mismos y cuiden al pueblo de Dios. Alimenten y pastoreen al rebaño de Dios — su iglesia, comprada con su propia sangre— sobre quien el Espíritu Santo los ha designado ancianos” Hechos 20:28 – NTV (el subrayado es mío)
Lo más importante en toda esta discusión es que usted y yo, además de sus pastores y líderes, somos parte de la IGLESIA DE DIOS (como cuerpo) cuya cabeza es Cristo.
En 1 Corintios 12:12-27 la escritura nos muestra e invita a ser parte del cuerpo vivo, de la novia del Cordero (Apocalipsis 19:7), en el cual todos, a pesar de lo pequeños o grandes que seamos, cumplimos un rol importante.
Desmitificar la idea de que los más importantes en una congregación son tus líderes (por cierto una postura muy común en los fariseos de la época de Jesús), y que tú no eres sino una silla o un número más en el templo, hace parte de la libertad que es atraída por la verdad, aquella contenida en las Escrituras (…y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. Juan 8:32 – NTV)
Me gusta pensar como lo manifiesta Gustavo Falcón (@gustavofalcony) en la introducción de su libro “Calla a los NO y sé feliz”: “No es irreverencia, sino inteligencia.” Es necesario considerar que al hacer parte del cuerpo (la iglesia), es importante que uses aquello de lo que Dios te ha dotado (inteligencia), la combines con tus talentos y dones, y contribuyas a fortalecer la labor de tu iglesia, la cual se constituye fundamentalmente (por mandato de nuestro Dios) en llevar a las personas al encuentro con Cristo, lo cual NO es una labor exclusiva de líderes y pastores.
¡Piénsalo!
¡Hoy te bendigo!
Escrito por Jonathan González (@achristian_walk) para www.conectadosconcristo.com