TEXTO BÍBLICO
“Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito”.
(Romanos 8:28 NVI)
REFLEXIÓN
Aferrarnos a lo que era y ya no es, solo trae frustración a nuestra vida; pero si cambiamos la perspectiva, la bendición está adelante y si tienes verdadera fe, tendrás la seguridad de que lo que viene para ti es mucho mejor de lo que vives hoy.
En Dios el final es el principio de algo mejor. Dios es un papá que nos enseña en medio de nuestras dificultades a cómo enfrentarlas con gallardía, aprendiendo en el proceso algo que nos permita trascender y fortalecer nuestra relación personal con Él. Sara, a los cerca de 90 años de edad, había perdido la esperanza de ser mamá y en sus fuerzas había querido ayudarle a Dios en el cumplimiento de esa promesa, poniendo en riesgo la unidad y continuidad de su matrimonio con Abraham y la paz de su hogar (Génesis 16 y 17). Actuaron con la intención de “ayudar” al Señor a completar su obra. Su error, fue tomar una decisión sin consultarla con Dios, ni pedirle dirección, buscando el cumplimiento de la promesa por sus propios medios ¿Alguna coincidencia con nosotros?
Pienso que el esperar para nosotros representa ansiedad y preocupación y no bendición. En lugar de hablar con Dios, perseverar en nuestras oraciones y mantenernos firmes en nuestra fe, nos alejamos de Él, dejamos de congregarnos, orar o leer la Biblia, justificando tales decisiones con nuestra actitud de autoconmiseración buscando despertar la lástima de los demás.
Dejar de creer sin abandonar la esperanza de una recompensa más grande no es el mejor camino; finalmente, no nos ofrece nada que aporte a nuestro crecimiento personal o espiritual. Apostar al cumplimiento de una promesa hecha por el Todopoderoso, nos brinda continuidad, triunfo y éxito en algún momento de nuestra vida; así que, decido elegir la segunda opción y ¿Tú?
Alabanza sugerida
Canción: Mi Ancla – Christine D´clario
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OREMOS
Amado Padre Celestial, me aferro a la promesa de bienestar que me has dado. Sé mi refugio, mi esperanza y cúbreme con tu amor. Te necesito, fortalece mi fe en los planes de bienestar que tienes para mi. Confío en ti. Sacia mi alma de paz y tranquilidad. En el nombre de Jesús y bajo la unción de tu Santo Espíritu, amén.