TEXTO BÍBLICO

“Entonces Dios le dijo: 

—Sal afuera de la cueva y párate delante de mí, en la montaña. 

En ese momento Dios pasó por ahí, y de inmediato sopló un viento fuerte que estremeció la montaña, y las piedras se hicieron pedazos. Pero Dios no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto. Pero Dios tampoco estaba en el terremoto. Después del terremoto hubo un fuego. Pero Dios tampoco estaba en el fuego. Después del fuego se oyó el ruido delicado del silencio. Cuando Elías lo escuchó, se tapó la cara con su capa, salió y se quedó a la entrada de la cueva. En ese momento Elías escuchó una voz que le preguntó: 

—¿Qué estás haciendo aquí, Elías? 

Él contestó: 

—Yo me he esforzado mucho por obedecerte, pues tú eres el Dios todopoderoso. El pueblo de Israel ha abandonado el pacto que tiene contigo, ha destruido tus altares y ha matado a tus profetas. Sólo yo estoy vivo, pero me están buscando para matarme”.

 (1 Reyes 19:11-14 TLA)

REFLEXIÓN

Creemos que para sentir la presencia de Dios deben pasar cosas extraordinarias y sobrenaturales; sin embargo, en el silencio está Él. Existen momentos en donde quisiéramos escuchar la respuesta del Señor a nuestras oraciones de una manera estruendosa; sin embargo, es en tiempos de silencio, cuando nuestra fe es probada y debemos apaciguar nuestros pensamientos y agudizar nuestros oídos a su voz.

Adorar en silencio cobra sentido cuando podemos agradecer a Dios su obra en nosotros. Cuando la desesperación y la frustración invaden nuestra mente, debemos tomar una decisión importante o en los momentos de culpa o tristeza, la mejor adoración es esperar en Él con paciencia, guardando silencio mientras actúa.

Lo anterior hace relevante el poner guarda a nuestra boca y ser cuidadosos al hablar, para que la queja no retrase las bendiciones que el cielo tiene para nosotros y para que el ruido que nosotros mismos generamos no nos distraiga. Es necesaria la quietud, para estar listos cuando el Señor se manifieste en el susurro de una brisa apacible, como le sucedió a Elías.

Nuestra actitud frente a las dificultades es clave. Mostrar respeto a Dios; esforzarnos para obedecer sus mandatos, aunque nos produzca dolor; derribar todo altar que hallamos levantado a nuestros problemas; callar antes que hablar; exaltar el nombre del Señor en lo público y en nuestra intimidad. 

Ten la plena seguridad que Dios conoce nuestras necesidades y sabe hasta donde podemos soportar las vicisitudes que las acompañan. Nos ama, nos cuida. Está comprometido con nuestro bienestar y nos pide que confiemos plenamente en su poder. Rendirnos incluye dejarlo actuar, solo Él puede y quiere cambiar nuestras circunstancias, el control sobre ellas, no nos pertenece. 

Alabanza sugerida

Canción: Tú dices feat. Valeria Farías – Twice música

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OREMOS

Dios pon guarda en mi boca. Haz de mí una persona que hable lo bueno y lo admirable y derribe todo altar a los problemas que hoy enfrento. Perdóname por generar ruido y no estar atento(a) al susurro de tu dulce voz cuando me dices que me amas y soy importante para ti. Te ofrezco hoy mi adoración en este momento de silencio (guarda silencio y quédate quieto por 1 minuto, honra a Dios con un corazón atento) te amo, te alabo y te necesito. En el nombre de Jesús, amén.