He recibido preguntas de personas a las cuales les cuesta encontrar valor y propósito en sus vidas. Consideran que puedo ayudarles a encontrar el camino correcto para sentir satisfacción con ellas mismas. Cuando indago un poco en sus vidas muchas veces me encuentro con frases como: “yo no encuentro el propósito de mi vida”,” yo vivo bien pero no siento que esté haciendo algo que impacte a nadie”, “no me siento feliz conmigo mismo”, “a veces quisiera que todo fuera diferente para ser alguien diferente”, “parece que a nadie le importaría si yo muero hoy”. En lo primero en que me hacen pensar todas estas frases es en gratitud y lo segundo es en servicio. Quiero hablarte hoy de estos dos puntos porque es allí en donde personalmente he hallado más satisfacción.

El trasfondo de las frases mencionadas pareciera a simple vista tema de propósito o legado, pero te voy a contar algo que Dios me enseñó que realmente me ha servido para saber que mi vida vale mucho. Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos pensado cosas similares. Nos sentimos sin dirección ni propósito, pero ¿cómo salir de esos pensamientos y lograr sentir satisfacción con la vida que vivimos hoy? Pienso que hallar la razón principal de nuestra existencia es algo que nos llevará toda la vida y mi intención con este artículo no es motivarte a abandonar esa búsqueda, al contrario, acercarte más. Cuando piensas frases como esas el protagonista solo eres tú mismo, eso dice que estás más enfocado en ti mismo que en los demás, que estás en una burbuja en la que crees que no hay peor vida que la tuya, en la que eres desgraciado y tus problemas son los peores. Haz una pausa y pregúntate en esos momentos cuáles son las cosas por las cuales agradeces a Dios hoy. Esfuérzate y haz una lista. Cuando termines te darás cuenta de que hay mucho más por ver que a tu propio ombligo. Dios ha sido fiel contigo y hay muchas cosas por las cuales alegrarse y agradecer: tu esposa(o), tu familia, tener vida, haber logrado algún sueño, tener a Dios en tu corazón, poder amar, poder caminar, sentir, oler las flores, poder ver, tener piernas y brazos, estar completo físicamente. ¡Cuántas cosas olvidamos cuando solo nos enfocamos en lo negativo!

Lo siguiente que quiero que hagas es servir. En mi caso, el poder servir en una iglesia, en un grupo o célula y a la gente cercana o amigos que me rodean es algo que ha transformado mi vida. Cuando ayudo a alguien siento que mi vida cobra sentido, es algo que disfruto mucho. Si no tienes las opciones que yo estoy mencionando sé que fácilmente puedes pensar en alguien a quien puedas llamar para saber cómo está, ofrécele ayuda en caso de que la necesite. Puedes buscar una fundación a la cual ir y ofrecer tu tiempo algún día de la semana o del mes. Puedes bendecir a alguien con algo que haces muy bien. Todos tenemos un familiar que necesita ayuda. Organiza un día y llévale algo. Si tu presupuesto es limitado debes saber que servir no se trata de dinero, es una actitud. A cambio puedes dar tu tiempo o dones, todos tenemos tiempo y dones. A lo que me refiero con todo esto es que cuando escuchamos a otros y nos preocupamos por otros quitamos el enfoque de nuestras propias vidas (de nuestro ombligo) y abrimos el contexto para saber que hay más personas con más problemas o problemas más fuertes a los nuestros. Además, la sensación que te da es de plenitud y completa satisfacción. Deja de mirarte el ombligo y sirve a otros, no hay herramienta más poderosa para abrir tu mente. Lo considero un regalo de Dios para acercarnos al propósito de nuestra vida y algo con lo cual podemos sentir mayor satisfacción que con cualquier otra cosa.

Personalmente he desarrollado el sentido de agradecer todo el tiempo. Me recuerdo constantemente las cosas, personas o situaciones por las cuales puedo agradecer. Y por otra parte, promuevo en mí el hábito de servir a otros, a veces solo basta con escuchar, otras veces hago cosas más grandes pero sé que ayudar me ayuda, cuando creo que bendice al otro me bendice a mí mismo y es simplemente poderoso. Te reto a salirte de tu propia realidad y ver que hay mucho más que tú mismo, hay un mundo lleno de necesidades, un montón de gente que debe ser escuchada, muchos que necesitan un abrazo o tu mano para levantarlos. Estoy seguro que si lo haces desinteresadamente e incondicionalmente vas a alcanzar mayor plenitud y tal vez el mismo sentido de tu existencia. El propósito de tu ombligo es mostrarte que no hay nada increíble en mirártelo y enfocarte en él, a diferencia de levantar la mirada, agradecer por lo que tienes y ver a los que te necesitan para servirles y agregar valor a su vida. Si todos lo hiciéramos, construiríamos un mejor mundo sin duda.

¡Bendiciones emprendedor!

Escrito por David Andrés Rincón para www.conectadosconcristo.com