Texto Bíblico
Éxodo 30:22-33 NVI
El aceite de la unción
«El SEÑOR habló con Moisés y le dijo: 23 «Toma las siguientes especias finas: seis kilos de mirra líquida, tres kilos de canela aromática, tres kilos de caña aromática, 24 seis kilos de casia, y cuatro litros de aceite de oliva, según la tasación oficial del santuario. 25 Con estos ingredientes harás un aceite, es decir, una mezcla aromática como las de los fabricantes de perfumes. Éste será el aceite de la unción sagrada. 26 Con él deberás ungir la Tienda de reunión, el arca del pacto, 27 la mesa y todos sus utensilios, el candelabro y sus accesorios, el altar del incienso, 28 el altar de los holocaustos y todos sus utensilios, y el lavamanos con su pedestal. 29 De este modo los consagrarás, y serán objetos santísimos; cualquier cosa que toque esos objetos quedará también consagrada. 30 »Unge a Aarón y a sus hijos, y conságralos para que me sirvan como sacerdotes. 31 A los israelitas les darás las siguientes instrucciones: “De aquí en adelante, éste será mi aceite de la unción sagrada. 32 No lo derramen sobre el cuerpo de cualquier hombre, ni preparen otro aceite con la misma fórmula. Es un aceite sagrado, y así deberán considerarlo. 33 Cualquiera que haga un perfume como éste, y cualquiera que unja con él a alguien que no sea sacerdote, será eliminado de su pueblo.” »
Reflexión
El terreno minado que me separa de Dios
Solo alguien digno puede ser ungido por el Señor. Con la misma boca con la que alabamos a Dios, no podemos maldecir a nuestro prójimo, no podemos usar el mismo impulso con el que criticamos, atacamos, juzgamos, señalamos, y acusamos, para autoproclamarte su servidor, porque realmente esto es ofensivo.
Solo los escogidos y aprobados por el Todopoderoso, aquellos con un verdadero llamado a ser sus soldados, sus guerreros, sus representantes aquí en la tierra para traer esperanza, pueden ser consagrados a una vida de servicio real y productiva.
La palabra nos dice, que no podemos servir a dos señores, yo te pregunto hoy, ¿a quién sirves?, ¿a Dios o al diablo?, ¿Qué albergas en tu corazón, sentimientos que dignifican a Dios o que hacen sonreír a satanás?, ¿Cuando las personas desde tu familia hasta un desconocido en la calle, se te acercan, pueden percibir a través de ti el amor del Señor o el resentimiento, odio, amargura e ímpetu de querer acabar con todo a tu paso?¿Cuando las personas te miran a los ojos y se paran frente a ti, pueden percibir una agradable mezcla de olores o apestas con el olor de tu egoísmo, orgullo, envidia, el pesimismo, la altivez y la impaciencia?.
La gracia de Dios, no será derramada sobre cualquier hombre, solo sobre aquel que esté dispuesto a hacer un alto en su vida, para decidirse a cambiar, a perseverar para llegar a la meta, que se deje moldear y transformar, que sea humilde en reconocer sus errores y actúe con determinación para construir y modificar el futuro, a través de su decisión radical de avanzar y no retroceder aunque frente a él, haya un terreno minado que amenace con destruirlo, confiado que al otro lado del campo de batalla, lo esperan los brazos de nuestro Padre para concederle la más grande recompensa por su constancia.
Oremos
Cámbiame Señor, contigo quiero vivir, a ti y solo a ti quiero hacer sonreír, mi corazón se presenta humillado ante ti, para alcanzar la libertad, para que sean rotas mis cadenas, para poder apreciar el dulce aroma que tu obra en mí puede desplegar a mi alrededor. Aquí estoy Señor, con un corazón dispuesto a perseverar y persistir en alcanzar la meta de mirarte a los ojos y poder ver reflejada en tu rostro la sonrisa de satisfacción como recompensa eterna a mis esfuerzos. En el nombre de tu amado hijo Jesús, y bajo el inmenso poder de tu Santo Espíritu, amén.
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