Hace unos días escuché una historia sobre un misionero cristiano que me hizo reflexionar mucho sobre los propósitos de DIOS y el poder que nuestras decisiones tienen sobre nuestra vida espiritual, quiero compartirlas porque traen esa clase de mensaje que necesitamos todos aquellos que seguimos el duro camino de una vida en CRISTO.

La historia tiene que ver con un misionero, del cual no recuerdo el nombre, pero a quien DIOS le pone la tarea de ir a una isla habitada por una tribu de caníbales para evangelizarlos. Es una historia fascinante desde el punto de vista de la obediencia y la confianza, aun cuando la razón le dice al hombre que es un suicidio.

A pesar de ser caníbales, los de la tribu son hijos de DIOS, por eso ÉL en su infinita misericordia le habla a su líder a través de un sueño y le dice que pronto llegarán del mar dos cajas, una pequeña que echa humo y otra más pequeña que lleva a un mensajero suyo con su familia, que no deben hacerles daño y que por el contrario deben acogerlos porque les mostrarán al verdadero DIOS.

El jefe estuvo días enteros mirando hacia la playa, pero no veía acercarse nada ni nadie, hasta que pasados un par de meses, vio un barco, nunca antes había visto uno, era como lo habían descrito en el sueño, una caja que echaba humo, pasado un tiempo, pudo ver una caja más pequeña con unas personas dentro de ella que se acercaban a la playa.

Efectivamente cuando el misionero llegó, lo esperaban en la orilla de la isla, lleno de miedo esperó lo peor, pero a cambio recibió un trato de rey, el jefe de la tribu había preparado todo para su llegada y contrario a lo que pudiera llegar a pensar, estaban todos dispuestos a escuchar el mensaje que les traía a todos los habitantes de la isla.

Pronto los dos hombres se hicieron muy buenos amigos y lo que originalmente se creía como un choque de culturas con un final espeluznante, llegó a ser una experiencia maravillosa llena de aprendizaje para ambas comunidades, de alguna manera descubrieron a un DIOS padre de todo el universo, sin fronteras, ni preferencias.

Tanto el misionero y su familia como el jefe y su tribu aprendieron el idioma de los otros, mientras el misionero les enseñaba la palabra de DIOS y cómo agradarle, el jefe y su tribu les enseñaban a cazar y a pescar, les contaban historias de sus antepasados y cómo habían vivido toda su existencia dentro de la isla. Era un tiempo de aprendizaje y conocimiento.

Pasados los años DIOS dijo al misionero que debía volver a su tierra y buscar un nuevo lugar para llevar su palabra, los nativos estaban abatidos pero respetaban mucho al misionero y amaban tanto a DIOS como para intervenir en contra de su voluntad, el misionero debía ir en busca de otros mundos de oscuridad para llevar la luz del SEÑOR.

Luego de despedirse de todos, el misionero se acercó al jefe y le preguntó: Jefe, ¿cómo va tu vida cristiana?, el jefe le respondió: es como si tuviera dos tigres en mi pecho, uno blanco y uno negro, el blanco representa todo lo que debo hacer en mi vida cristiana y el segundo representa todos lo deseos de mi carne, todo aquello que me gustaría hacer, pero que va en contra de DIOS y sus caminos.

El misionero reflexionó un rato y de nuevo preguntó: Jefe, ¿quién crees que va ganando?, el jefe lo miró a los ojos y le dijo: al que le doy de comer más… cuando le doy de comer a uno de ellos, éste se hace más fuerte y el otro se debilita, por eso leo constantemente la Biblia y oro sin descanso, diciendo esto señaló al cielo, su amigo misionero sonrió.

Creo que es una excelente enseñanza sobre las decisiones que debemos tomar en contra de las tentaciones y la lucha contra nuestra carne, con la evolución de nuestra vida cristiana debemos ejercitar nuestro espíritu para mantenernos fuertes en los momentos de verdad, debemos mantener débil nuestra carne para que no sea ella quien tome decisiones por nosotros.

DIOS no hace las cosas improvisadamente, esto demuestra que se preocupa por ambos hombres y sus comunidades, que nada es al azar cuando hablamos de nuestro PADRE, que todo cobra sentido cuando ÉL entra en escena; pero también nos enseña que obedecerle y confiar en ÉL, siempre va mucho más allá de lo que algunas veces estamos dispuestos a arriesgar.

Más que una historia que no sé si es realidad o ficción es un ejemplo de cómo debemos confiar y obedecer a DIOS, así como también debemos estar dispuestos a cambiar nuestra realidad una vez hemos aceptado a CRISTO y a ejercitar nuestro espíritu para vencer nuestra carne y nuestra naturaleza pecaminosa.

Ahora, la pregunta que nos hace DIOS es: ¿Quién crees que va ganando?

Escrito por Mr. Cesos para www.conectadosconcristo.com