“»Ésta es la ley respecto a la ofrenda de cereal: Los hijos de Aarón la presentarán ante el SEÑOR, delante del altar. 15 El sacerdote tomará de la ofrenda un puñado de flor de harina con aceite, así como todo el incienso que está sobre la ofrenda de cereal. Todo esto lo quemará en el altar, como ofrenda memorial de aroma grato al SEÑOR. 16 Aarón y sus hijos se comerán el resto de la ofrenda, pero sin levadura y en un lugar santo, que podrá ser el atrio de la Tienda de reunión. 17 No se cocerá con levadura, porque esa es la porción que les doy de mis sacrificios presentados por fuego. Es una porción sumamente sagrada, como lo son el sacrificio expiatorio y el sacrificio por la culpa. 18 Todos los hijos varones de Aarón podrán comer de ella. Es un estatuto perpetuo para los descendientes de ustedes, respecto a los sacrificios presentados por fuego al SEÑOR. Cualquier cosa que Toque los sacrificios quedará consagrada.» La ofrenda de los sacerdotes 19 El SEÑOR le dijo a Moisés: 20 «Ésta es la ofrenda que Aarón y sus hijos deben presentar al SEÑOR el día en que sean ungidos: dos kilos de flor de harina, como ofrenda regular de cereal. Una mitad de la ofrenda se presentará por la mañana, y la otra mitad por la tarde. 21 Se preparará con aceite en una sartén, y se llevará amasada y se presentará en porciones, como una ofrenda de cereal de aroma grato al SEÑOR. 22 La preparará el hijo de Aarón que lo suceda como sacerdote ungido. Éste es el estatuto perpetuo del SEÑOR: La ofrenda se quemará completamente. 23 No se comerá ninguna de las ofrendas que presenten los sacerdotes; todas deberán quemarse por completo.» El sacrificio expiatorio 24 El SEÑOR le ordenó a Moisés 25 que les dijera a Aarón y a sus hijos: «Ésta es la ley respecto al sacrificio expiatorio: La víctima deberá ser degollada ante el SEÑOR, en el mismo lugar donde se degüellan los animales para el holocausto. Es algo sumamente sagrado. 26 El mismo sacerdote que ofrezca el sacrificio expiatorio deberá comérselo. Se lo comerá en un lugar santo, que podrá ser el atrio de la Tienda de reunión. 27 Cualquier cosa que toque la carne del sacrificio quedará consagrada. Si su sangre llega a salpicar algún vestido, éste deberá lavarse en un lugar santo. 28 Además, deberá romperse la vasija de barro en que se haya cocido el sacrificio; pero si se cuece en una vasija de bronce, ésta se restregará y se enjuagará con agua. 29 Todo varón entre los sacerdotes podrá comer del sacrificio. Es algo sumamente sagrado. 30 Pero no se comerá ningún sacrificio expiatorio cuya sangre haya sido llevada a la Tienda de reunión para hacer propiciación en el santuario; este sacrificio se consumirá en el fuego.” Sabemos que obedecer esta orden en muchos casos demanda un proceso, para algunos más largo que para otros, pero requiere un sacrificio y una ofrenda, esperando que llegue el día en el que podamos presentarnos delante de Él, limpios completamente y con una mente y un corazón que lo dignifiquen como Rey de nuestra vida. Nuestra conversión va mucho más allá de hacernos llamar cristianos de dientes para afuera, es lograr que quien esté a nuestro alrededor, perciba su presencia a través de nuestras acciones y nuestras palabras, es tener una relación especial con nuestro Padre, en intimidad, total comunión y completa paz. Todo lo que ha sido consagrado en su nombre, es sagrado en sus manos. Si le has entregado tu vida, reconoces que en tus fuerzas no eres capaz de hacer nada, porque necesitas que sea Él quien guíe tu caminar por éste mundo, entonces, le has dado el lugar de prominencia e importancia que Él debe tener en tu diario vivir, para que alcances tu realización espiritual, con el acompañamiento del mejor maestro y líder. No tengas miedo si durante ese proceso eres disciplinado, eso hace parte de su obra modeladora en ti, lo que sí debes tener presente es que al final, todo será mucho mejor que al principio y que entenderás el propósito de cada cosa que experimentes a lo largo de tu vida. Papito Dios, me siento afortunada de tenerte en mi vida, para que seas tu quien guíe mi caminar por éste mundo. A causa de mis pecados he sido disciplinado, moldeado, he sufrido las consecuencias de mi necedad, pero en tu amor, soy mejor ahora, tengo claro mi propósito y he decidido caminar en santidad para alabarte y glorificarte a través de mi testimonio. Gracias Padre celestial, por tenerme en alta estima, por dedicar tu precioso tiempo en mi transformación. Bendícenos a todos los que hemos sido consagrados, escogidos y llamados a proclamar tu Palabra y dar a conocer tu nombre. Oramos en el nombre de tu amado hijo Jesús, amén y amén.Texto Bíblico
Levítico 6: 14 – 30 NVI
La ofrenda de cereal
Reflexión
Estrenando mente, cuerpo y corazón
Dios demanda de cada uno de nosotros morir al pecado, para ser nacidos de nuevo, transformados y cambiados en personas agradables a sus ojos.
Oremos