“Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu.”
(Romanos 12:11 NVI)

 Oras por mucho tiempo, pidiéndole a Dios confirmación sobre cómo trabajar para Él, porque sabes que te dotó de talentos especiales y que tienes un plan y un propósito que cumplir y una vez te dice sí y te indica cómo hacerlo, abriéndote puertas inimaginables para lograrlo, comienzas con la mejor energía, pero ves como poco a poco la rutina, las actividades diarias y muchas otras cosas más, se convierten en tu mejor excusa para dejar de lado eso que tanto anhelaste y ya no te apasiona tanto como al principio.

Mantenernos firmes e inconmovibles con la obra del Señor (1 Corintios 15:58 NVI) es todo un reto, entendiendo que Satanás se esforzará al máximo para que no tengas éxito, porque su principal misión en esta tierra es poner obstáculos para que ningún ministerio instaurado por Dios, prospere.

¡Espera!… piensa por unos minutos… ¿En verdad todo eso que estás llevando a cabo en éste preciso instante, que satura tu agenda al punto de no tener tiempo para tu familia y para tu ministerio, te fue confirmado por el Señor? o ¿Simplemente es tu deseo carnal de lograr el reconocimiento y la fama que el mundo te ofrece? ¿Cantas, escribes, lideras grupos en tu Iglesia, predicas, discípulas, eres maestro y lo haces bien, pero en tu corazón te llena el orgullo de tener el visto bueno de quienes te rodean, llenando tu aljaba de soberbia y vanidad? ahora bien, contesta ésta otra pregunta, ¿Quién brilla a través de tus talentos, tú o Dios? Dices que hablas en el nombre de Jesús, te jactas de orar a diario y estudiar la palabra, pero causas división, alientas a la violencia, criticas, demeritas el trabajo de otros y menosprecias los esfuerzos de tus hermanos porque intentan dar fruto y ser transformados en el mismo proceso que hace años tú también tuviste que vivir.

Honestamente pienso que comprometerse con algo y no dar la cara, no es más que la respuesta que damos al diablo cuando nos da palmaditas en la espalda por nuestra falta de gestión y diligencia. Cuando decimos que no tenemos tiempo para obedecer el llamado que Dios nos confirmó, somos mentirosos e hipócritas, olvidando que tenemos una comisión que cumplir y que hagamos lo que hagamos, nuestro gran jefe es el Señor.

La palabra es clara al afirmar:

“No uses el nombre del Señor tu Dios en falso. Yo, el Señor, no tendré por inocente a quien se atreva a usar mi nombre en falso.”
(Éxodo 20:7 NVI)

Nuestro Padre es paciente y comprensivo y sabe muy bien cuáles son nuestras necesidades. Si estás realmente conectado con Él, sabrás que no hay nada ni nadie que pueda impedir que puertas de bronce se abran a tu paso; pero si tomaste la decisión de ocuparte de tus cosas, dejarte llevar de tus emociones y no cumplir tu compromiso para con Él, simplemente apartará su mirada de ti, buscando otra persona que esté dispuesta a darle la honra que tu no le das.

Durante mis 2 años de Ministerio con Conectadosconcristo.com, he pasado dificultades de todo tipo. He aprendido que cuando me ocupo de las cosas de mi Señor, Él se ocupa de las mías; que cuando es el enemigo quien gobierna mi agenda y mi billetera, no hay tiempo ni recursos que alcancen; pero cuando es Dios mismo quien va delante de mí, sobran los motivos, la energía, las horas y el dinero, para ver resultados positivos con la plena satisfacción del deber cumplido.

No soy nadie para juzgarte, ni soy mejor o peor que tú, finalmente eres el único que sabe a ciencia cierta si le has fallado al Señor. Se nos ha enseñado hacer ‘Siempre’ lo correcto, a ser consecuentes entre lo que predicamos y lo que demuestran nuestras acciones. Hoy quiero invitarte a reflexionar al respecto, a rectificar tus actitudes, a reevaluar tu compromiso y a darle valor a tu palabra delante de Dios.

“Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y, cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno.”
(Mateo 5:37 NVI)

Escrito por Lilo de Sierra para www.conectadosconcristo.com