Mi amada madre siempre me recalcaba de niño: “Es mejor prevenir, que lamentar”, lo recordaba en mi vida de estudiante y trataba de aplicarlo, por eso sólo un par de veces me vi abocado a un trabajo extra-clase de recuperación o a un examen de habilitación. Así fue como hasta los diez años que disfrutaba que me leyera su cuento favorito de la cigarra y la hormiga.

El cuento habla de la hormiga que trabajaba durante el verano construyendo su casa y almacenando alimento, mientras la cigarra bailaba y cantaba burlándose de la diligente hormiguita, al final cuando el invierno llegaba la hormiga tenía suficiente alimento y un hogar caliente, mientras que la cigarra intentaba hacer lo que no había hecho desde antes y la historia terminaba con un fatídico final.

Con DIOS las cosas son muy diferentes, su justicia no la podemos entender porque es perfecta, ÉL conoce la intención de nuestros corazones y es por esa razón que como en su parábola de los trabajadores, incluso el que más tarde llegue recibirá la misma paga que los demás. Lo que quiere decir que si la cigarra arrepentida de su pereza hubiera pedido DIOS por su vida, en su soberanía ÉL la hubiera podido salvar.

Muchas veces nosotros creemos que siendo juiciosos y evitando a toda costa los males en nuestra vida cotidiana vamos a estar bien, y limitamos nuestra fe a orar pidiendo que no nos sucedan cosas malas o no atravesemos desiertos, pero en nuestras vidas siempre enfrentaremos pruebas y momentos difíciles.

Portarnos bien es obedecer a DIOS y le obedecemos porque lo amamos, no para que no nos pase nada malo, y aún si algo malo nos pasara, ¿tendríamos el derecho a renegar de DIOS? Como dijo el filósofo Bruce Lee: “Pensar que en la vida no te pasará nada malo sólo porque eres muy bueno, es creer que un tigre no te va a atacar porque eres vegetariano”.

Muchos juzgamos a DIOS cuando aparentemente no hace nada en nuestras vidas para evitarnos el dolor, para evitarnos las pruebas y los momentos difíciles, sin darnos cuenta que en ocasiones esas cosas son sólo producto de nuestras malas decisiones.

Las situaciones adversas algunas veces llegan como consecuencia de nuestros actos, otras veces de las malas decisiones de terceros y otras veces sólo suceden, DIOS permite estas cosas para que fortalezcamos nuestra fe y confianza en ÉL, para enseñarnos y para que maduremos espiritualmente.

Oramos para evitar enfrentar una enfermedad, pero cuando ésta llega pensamos que no hay nada que hacer, sin tener en cuenta que DIOS nos ha mostrado que su poder cuando cualquier circunstancia nos supera, cuando creemos que nada se puede hacer.

JESÚS tuvo que morir para vencer a la muerte y pagar por nuestros pecados, pero también para demostrarnos que algo que consideramos tan definitivo como la muerte, en manos de DIOS no es definitivo, ÉL puede cambiarlo todo porque su poder transformador es ilimitado.

Las hermanas de Lázaro estaban seguras que JESÚS habría podido sanar a su hermano, pero cuando murió no creyeron que JESÚS podría resucitarlo, era su percepción porque tenían testimonios de milagros de sanación anteriores que respaldaban su fe, pero no creían en la resurrección porque no había ocurrido algo así antes.

El hecho de que no hayas visto un milagro en tu vida, no quiere decir que no existan o que DIOS no tiene el poder para hacerlos, hoy tenemos el testimonio del milagro más grande que haya podido suceder jamás, la resurrección de JESÚS.

Debemos creer con fe de resurrección, con fe de transformación, no temiendo enfrentar las adversidades que se nos presenten, porque si creemos y confiamos de verdad en nuestros SEÑOR el miedo desaparecerá de nuestras vidas y podremos reclamar este mundo en su nombre y gobernarlo como ÉL quiso desde el principio de la creación.

Escrito por Mr. Cesos para www.conectadosconcristo.com