“Está atenta a la marcha de su hogar, y el pan que come no es fruto del ocio. Sus hijos se levantan y la felicitan; también su esposo la alaba”
(Proverbios 31: 27 – 28 NVI)
Admiro profundamente a las valientes mujeres que se dedican de sol a sol a cuidar de su hogar y de su familia. Su casa se mantiene agradablemente organizada, la ropa de su familia permanece bien planchada y con un aroma especial, sus comidas son preparadas con amor y su esposo y sus hijos anhelan regresar al calor de su hogar, porque saben que allí los espera una mujer que se esfuerza para que ellos se sientan las personas más importantes de su vida.
No se cómo algunas se quejan de ese trabajo, siento envidia de la buena, porque por mis responsabilidades económicas con mis hijas, debo trabajar para que a ellas no les falte nada. Sí, estoy casada y mi esposo es proveedor de mi hogar, sin embargo aún trabajamos para aparejar en nuestra vida el hecho de que no es el papá biológico de las niñas y que ellas dependen emocional y económicamente de mí. Estoy segura que Dios obrará para que esto cambie.
Mi día lo comienzo en oración, agarradita de la mano del Todopoderoso, Él me ama como soy, con mis defectos y virtudes. Le pido dirección, protección para mi familia y sabiduría para entender su mensaje al leer mi Biblia. Escribo entre las 4:00 y 5:00 a.m. y a esa hora en medio de los afanes me arreglo para salir a trabajar, preparo desayunos, les doy un beso a mis hijas y salgo a enfrentar la selva de cemento de una ciudad en donde el estrés es el pan diario de cada día.
Rebobino la película y al ver lo que dejo atrás, puedo observar que delegué el cuidado de mis hijas a un tercero y que mi hogar quedó inmerso en el más intenso desorden que tendré que arreglar cuando a las 7:00 p.m. regrese cansada a mi casa.
Reflexiono por un instante y me pregunto: ¿Qué vale más, mi éxito profesional o el bienestar de mi familia? limito el amor, el cariño, la ternura, la dedicación y el cuidado que debería tener para con ellos con las sobras de mi tiempo y el agotamiento producto de los afanes diarios.
No hay nada más gratificante, que ver tu hogar marchando en la armonía, paz, tranquilidad y prosperidad que el Señor quiere para nosotros. Esto puede hacerse realidad, si cumplimos los roles que fueron instituidos por Dios para un hombre y una mujer que han decidido casarse.
Para nuestro Padre Celestial, el esposo es el proveedor. Es tu deber velar porque tu familia tenga cubiertas sus necesidades físicas y emocionales. Si deseas ser bendecido en todas las áreas de tu vida, debes propender porque tu despensa esté llena y esforzarte para que los tuyos sientan tu respaldo, tu amor, tu compromiso y respeto.
Si llevas con orgullo la profesión de ama de casa, eres una mujer privilegiada y bendecida. Te felicito por tan maravilloso regalo del cielo. Tus esfuerzos aunque sean invisibles en muchas ocasiones para tu esposo y tus hijos, no son invisibles para Dios. Estarás criando hijos seguros de sí mismos, saludables, con un corazón lleno del amor de Dios que es reflejado por tus acciones. Ellos saben que cuentan contigo, que los proteges, los cuidas y son importantes para ti. Si eres cuidadosa con tu aspecto personal y eres amorosa y detallista con tu esposo, él se sentirá a gusto a tu lado, orgulloso de la mujer que le fue concedida por Dios para compartir el resto de su vida.
Si haces parte del equipo de mujeres profesionales exitosas que trabajan en una muy buena compañía, no creas que eres menos valiosa para el Señor. No te desanimes si como yo, no te consideras una chef experta o la limpieza y el orden no son tu fuerte. Aunque anhelas atender a tu esposo y tus hijos como lo demanda el Todopoderoso, no tienes el tiempo para hacerlo. No te preocupes si existen personas que afirman que eres desacomedida, inútil o descuidada, porque según ellos no cumples el estándar de la mujer ideal, nuestro Padre que conoce lo que guardamos en el corazón sabe que te motiva y por qué lo haces y eso es suficiente para sentirte satisfecha contigo misma. Si es tu anhelo dedicarte a tu hogar, estoy segura que el Señor a su debido tiempo te lo concederá.
Eres especial, fuiste creada por Dios como complemento de tu esposo en extensión de su amor incondicional para con Él, eres una hija de Dios y eso nunca va a cambiar, así otras personas quieran hacerte creer lo contrario. Tu lugar conforme al corazón del Señor es tu hogar, pero si logras encontrar el equilibrio entre tu trabajo y tu casa sin descuidar lo uno y lo otro, harás lo correcto y recibirás de igual manera las bendiciones de construir una casa sobre la roca, impidiéndole al enemigo hacer de las suyas cuando no eres obediente a lo que el Padre Celestial te ha enseñado.
“Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y ésta se derrumbó, y grande fue su ruina.»
(Mateo 7: 24 – 27 NVI)
Escrito por Lilo de Sierra para www.conectadosconcristo.com
Excelente,
Tienes razón Lilo. La presencia de la madre en el hogar es fundamental para formar hijos fuertes, seguros, con un anclaje espiritual , moral y emocional que ninguna tormenta podrá derribar. No obstante no todas las mujeres están dispuestas a sacrificar su vida profesional y las ventajas de una economía pujante.Hay otras como.en tu casso que aún queriendo no.lo.pueden hacer. Lo ideal sería encontrar ese estado ideal en el que sin descuidar nuestro hogar podamos aportar a la.sociedad también desde el.área profesional, porque tenemos mucho que aportar a la.sociedad, fundamentalmente desde nuestro hogar porque ningún éxito en la vida supera un fracaso familiar. No debemos olvidar que todo tiene un orden divino estipulado por Dios y que cuando seguimos ese orden el.Señor nos bendice. Yo como tu, hoy agradezco a esas mujeres que dejaron a un lado sus sueños por.construir grandes hombres y mujeres. Mi.madre fue una de esas valientes esforzadas y sacrificadas mujeres y por eso la amo y la seguiré amando por el resto de mis días y mi agradecimiento hacia ella será eterno. Ojalá logremos encontrar esa formula perfecta que nos permita reconstruir esta sociedad .desde la base, que son nuestros hogares.Ojalá Dios nos de la sabiduría para cumplir con la misión y el propósito para el que fuimos creadas como mujeres. Como esposas, como madres y como profesionales. Dios te bendiga.