“El SEÑOR le ordenó a Moisés 12 que les dijera a los israelitas: «Supongamos que una mujer se desvía del buen camino y le es infiel a su esposo 13 acostándose con otro; supongamos también que el asunto se mantiene oculto, ya que ella se mancilló en secreto, y no hubo testigos ni fue sorprendida en el acto. 14 Si al esposo le da un ataque de celos y sospecha que ella está mancillada, o le da un ataque de celos y sospecha de ella, aunque no esté mancillada, 15 entonces la llevará ante el sacerdote y ofrecerá por ella dos kilos de harina de cebada. No derramará aceite sobre la ofrenda ni le pondrá incienso, puesto que se trata de una ofrenda por causa de celos, una ofrenda memorial de cereal para señalar un pecado. 16 »El sacerdote llevará a la mujer ante el SEÑOR, 17 pondrá agua pura en un recipiente de barro, y le echará un poco de tierra del suelo del santuario. 18 Luego llevará a la mujer ante el SEÑOR, le soltará el cabello y pondrá en sus manos la ofrenda memorial por los celos, mientras él sostiene la vasija con las aguas amargas de la maldición. 19 Entonces el sacerdote pondrá a la mujer bajo juramento, y le dirá: “Si estando bajo la potestad de tu esposo no te has acostado con otro hombre, ni te has desviado hacia la impureza, estas aguas amargas de la maldición no te dañarán. 20 Pero si estando bajo la potestad de tu esposo te has desviado, mancillándote y acostándote con otro hombre 21 —aquí el sacerdote pondrá a la mujer bajo el juramento del voto de maldición—, que el SEÑOR haga recaer sobre ti la maldición y el juramento en medio de tu pueblo, que te haga estéril, y que el vientre se te hinche. 22 Cuando estas aguas de la maldición entren en tu cuerpo, que te hinchen el vientre y te hagan estéril.” Y la mujer responderá: “¡Amén! ¡Que así sea!” 23 »El sacerdote escribirá estas maldiciones en un documento, que lavará con las aguas amargas. 24 Después hará que la mujer se beba las aguas amargas de la maldición, que entrarán en ella para causarle amargura. 25 »El sacerdote recibirá de ella la ofrenda por los celos. Procederá a mecer ante el SEÑOR la ofrenda de cereal, la cual presentará sobre el altar; 26 tomará de la ofrenda un puñado de cereal como memorial, y lo quemará en el altar. Después hará que la mujer se beba las aguas. 27 Cuando ella se haya bebido las aguas de la maldición, y éstas entren en ella para causarle amargura, si le fue infiel a su esposo y se mancilló, se le hinchará el vientre y quedará estéril. Así esa mujer caerá bajo maldición en medio de su pueblo. 28 Pero si no se mancilló, sino que se mantuvo pura, entonces no sufrirá daño alguno y será fértil. 29 »Ésta es la ley en cuanto a los celos, cuando se dé el caso de que una mujer, estando bajo la potestad de su esposo, se desvíe del buen camino y se mancille a sí misma, 30 o cuando al esposo le dé un ataque de celos y sospeche de su esposa. El sacerdote llevará a la mujer a la presencia del SEÑOR y le aplicará esta ley al pie de la letra. 31 El esposo quedará exento de culpa, pero la mujer sufrirá las consecuencias de su pecado.»” El matrimonio es un pacto sagrado entre un hombre y una mujer, que realizan un juramento a Dios de permanecer leales, firmes ante la adversidad, en unidad ante las dificultades, brindándose un amor mutuo, similar al que Él siente por nosotros, violar éste pacto implica un juicio divino. Para la sociedad actual, el adulterio, el intercambio de parejas, los matrimonios abiertos, la unión libre, la homosexualidad, el yugo desigual, incesto, voyerismo y/o pornografía, se han convertido en el menú a la carta de muchos matrimonios y los votos presentados delante de Dios el día de la boda, no son más que parte de un protocolo. ¿Si el objetivo principal es glorificar al Señor colocando cimientos sólidos para construir un hogar, si el creyente conoce las armas para enfrentar a un enemigo empeñado en destruir familias enteras, cómo la tasa de divorcios aumenta cada día, y sin ningún tipo de escrúpulo hombres (incluyendo mujeres) cristianos y no cristianos decidimos no tener en cuenta a Dios, cuando con un papel invalidamos totalmente las ordenanzas sagradas de permanecer unidos hasta la muerte?¿Si no están dispuestos a ceder, aceptar al otro con sus virtudes y defectos y luchar de la mano de Dios por un crecimiento espiritual mutuo, para qué casarse tomando a la ligera el “sí acepto”? Cuando eres infiel a tu esposo(a), realmente a quién le estás fallando es a Dios. Físicamente estás casado(a) con el(ella), pero espiritualmente lo estás con el Señor. Él es quien los une, quien permanece en medio de ustedes, quien ve lo que está en lo secreto y el único con el poder de juzgar con severidad a quien quiebre el corazón de uno de sus hijos. El divorcio justificado o no, es una tragedia que desgarra el alma de quienes se ven enfrentados a una situación, en donde el amor es tildado de inexistente y los involucrados en tal decisión, serán juzgados de acuerdo a sus acciones. No se puede construir felicidad sobre la tristeza e infelicidad de otros, es una realidad que al romper el pacto con el Señor, cualquier tipo de bendición que Él hubiera podido tener para el conyugue infiel se convierte en maldición y jamás podrá encontrar la paz a menos que se muestre arrepentido y se presente delante de Dios, para reconocer sus fallas, pedir perdón y rectificar su camino. Padre amado, hoy te pedimos por los matrimonios del mundo entero, por las esposas dolidas, los esposos traicionados y los hijos abandonados. Perdónanos, por romper el pacto que tenemos contigo de mantenernos unidos en la enfermedad, la escasez, en la vejez, en la pobreza y en los malos tiempos, por convertir nuestros votos en simples y repetitivos clichés sin sentido, por tomar a la ligera nuestro juramento de amor eterno. Señor, hoy te rogamos tu intervención, para disminuir la tasa de divorcios y derrotar al enemigo que quiere vernos derribados y destruidos. Fortalece nuestros hijos, danos un nuevo amor para con nuestro esposo(a), permítenos vernos mutuamente como tú nos ves y aceptarnos con total respeto a ti. Aumenta nuestra fe y confianza en un Dios con el poder de cambiar nuestras circunstancias y de hacer posible lo imposible. Ten piedad y misericordia de quienes te han fallado, en el nombre de Jesús, amén y amén.Texto Bíblico
Números 5: 11 – 31 NVI
Ley sobre los celos
Reflexión
Infidelidad y divorcio
La ley de los celos se aplicaba únicamente a las mujeres señaladas por su esposo como infieles y que a su vez no les era posible comprobar su culpabilidad, una actitud de hoy podría calificarse como discriminatoria. Pero la Biblia no es machista, vemos en otros capítulos y libros como el Señor juzga este pecado fuertemente y como en el nuevo testamento, Jesús pone a un mismo nivel a hombres y mujeres cuando éstos intentan apedrear a la mujer adúltera, haciéndolos sentir avergonzados a causa también de sus pecados (“Quien esté libre de pecado, que lance la primera piedra Juan 8: 1- 11 NVI”).
Oremos