Cuando era una bebé y estaba aprendiendo a caminar, tropecé y caí varias veces, algunas eran muy dolorosas, otras no tanto, igual eran caídas. Ahora de grande tengo mayor conocimiento de cómo debo mover mis piernas pero hay momentos que tropiezo y caigo al piso. Algunas veces suelen ser graciosas mis caídas o pueden ser muy fuertes al punto que me es difícil levantarme y requiero de ayuda, de cualquier manera ninguna de ellas deja de doler.
En el caminar de la vida Cristiana es igual, la diferencia es que estas acompañado de otras personas que transitan tu mismo camino, cuando te ven caer te reprenden por dar mal paso, otros solo pasan por el lado y no te tienden la mano para ayudarte a levantar, otros te miran y juzgan todo diciendo cosas como: «No llevaba los calzados correctos por eso cayó, menos mal yo sí»
También podemos encontrar aquellos que solo miran tu herida para curarla, que están pendientes para ayudarte a levantar y te animan a seguir caminando. El dolor en ocasiones es muy fuerte pero puedes seguir adelante, levantarte en momentos no es sencillo pero hay un Dios que te ha llamado y que te ama con amor eterno, sin importar el nombre de la caída.
Desde que empecé a caminar me he caído muchas veces, cuando estaba aprendiendo, y con conocimiento, algunas eran duras y otras no tanto, pero a medida que lo seguía intentando me iba perfeccionando en caminar. Al pasar el tiempo camino muchísimo mejor pero igual no dejo de caerme. Esto me lleva a ver que en la vida Cristiana es así. «Porque el justo cae siete veces; y vuelve a levantarse, pero los impíos caerán en la desgracia» Proverbios 24:16 versión las Américas
Escrito por Nina Gutiérrez para conectadoscontristo.com