«21 El SEÑOR le dijo a Moisés: «Levanta los brazos al cielo, para que todo Egipto se cubra de tinieblas, ¡tinieblas tan densas que se puedan palpar!» 22 Moisés levantó los brazos al cielo, y durante tres días todo Egipto quedó envuelto en densas tinieblas. 23 Durante ese tiempo los egipcios no podían verse unos a otros, ni moverse de su sitio. Sin embargo, en todos los hogares israelitas había luz. 24 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y le dijo: —Vayan y rindan culto al SEÑOR. Llévense también a sus hijos, pero dejen atrás sus rebaños y sus ganados. 25 A esto replicó Moisés: —¡Al contrario!, tú vas a darnos los sacrificios y holocaustos que hemos de presentar al SEÑOR nuestro Dios, 26 y además nuestro ganado tiene que ir con nosotros. ¡No puede quedarse aquí ni una sola pezuña! Para rendirle culto al SEÑOR nuestro Dios tendremos que tomar algunos de nuestros animales, y no sabremos cuáles debemos presentar como ofrenda hasta que lleguemos allá. 27 Pero el SEÑOR endureció el corazón del faraón, y éste no quiso dejarlos ir,28 sino que le gritó a Moisés: —¡Largo de aquí! ¡Y cuidado con volver a presentarte ante mí! El día que vuelvas a verme, puedes darte por muerto. 29 —¡Bien dicho! —le respondió Moisés—. ¡Jamás volveré a verte!» Es aterrador pensar en que fueron 3 días completos, en los que los egipcios no podían ver absolutamente nada. El hombre es esclavo de sus temores, no era solo el hecho de no poder moverse, sino quedar totalmente a la deriva, sentirse solo, sin dirección, todo en silencio a su alrededor. Se le acababan las opciones al faraón, ya no podía poner condiciones, la paciencia del Señor y de Moisés estaba llegando a su límite. La ceguera espiritual y la falta de conocimiento de Dios, los estaba llevando al abismo porque un caminar sin Él, es un seguro salto al vacío. Al caer, ya no hay regreso, la muerte ronda a aquel que persiste en su pecado y tarde o temprano, las consecuencias llegan, para arrasar con todo aquello que en su necedad hayan podido construir. Cuando somos rebeldes y nos negamos a escuchar la voz de Dios, no podemos llegar a comprender las verdades del evangelio, estamos desarmados y sin defensa ante un enemigo mortal, no sabremos qué hacer frente a cada obstáculo que se nos presente en el camino, si tropezamos y caemos no sabremos cómo levantarnos, no habrá futuro ni esperanza, no tendremos fuerzas para continuar. Aun estás a tiempo. Dios es la luz del mundo, es el único que puede salvarte. Levanta tu voz para clamar al cielo su presencia, rechaza el pecado, échalo fuera de tu vida, aceptando que el amor que te ofrece, traiga la paz que necesitas. No sientas miedo de presentarte ante Él, es tu papá, te ama por el simple hecho de que eres su hijo y como tal, quiere lo mejor para ti. Dios, trae luz a mi vida, quiero hallarle un propósito a mi existencia y sé, que lo puedo lograr con tu presencia. Rescátame de una vida sin arrepentimiento, lléname de tu amor y dame el valor para dejar atrás todo aquello que trae ruina y muerte. Te amo, te necesito y anhelo conocerte más. Toma el control y dame tu mano para no caminar nunca más solo en la densa oscuridad. En el nombre de Jesús, Amén.Texto Bíblico
Éxodo 10: 21 – 29 NVI
La plaga de tinieblas
Reflexión
La ceguera espiritual, la novena plaga
Las tinieblas y la luz, una dualidad que representa el bien y el mal. Hay luz en la vida de un cristiano, cuando Dios habita en su corazón y reina la oscuridad cuando no existe, no es tenido en cuenta para nada y no es una prioridad.
Oremos
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