TEXTO BÍBLICO
“Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña que Jesús les había indicado. Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban. Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”.
( Mateo 28: 16-20 NVI)
REFLEXIÓN
Constantemente somos atacados a través de nuestra mente. Satanás, el rey de las mentiras, usa personas y circunstancias para alejarnos del plan y propósito que Dios ha trazado para nuestras vidas. Vemos el actuar del Señor en cada una de las pruebas que hemos superado y en los desiertos que hoy estamos atravesando; sin embargo, la duda y la incredulidad nos hacen tropezar y caer con más frecuencia de la que quisiéramos y la fe que sabemos necesitamos para salir victoriosos, se resiste a tomar el control de nuestros sentidos.
Jesús se acerca a nosotros a diario. Créeme, desde el momento mismo en el que abrimos los ojos en las mañanas, Él está allí para darnos con alegría las buenas nuevas de vida y salvación de las que somos partícipes. Cada día concedido es una oportunidad para obedecer sus preceptos y esta premisa no es tan complicada, basta con perdonar, pedir perdón, confesar ante el Padre nuestros pecados, tenerlo en cuenta para tomar mejores decisiones, cambiar nuestro estilo de vida, honrar y bendecir a Dios, nuestros padres, esposo(a), hijos, hermanos, amigos, jefes y hasta a nuestros enemigos. El verdadero reto que tenemos no está en fallar, eso lo hacemos todos, sino en ser determinantes e intencionales para rectificar nuestras acciones, hacer el bien aunque nos hagan daño y darle la gloria al creador por los logros personales y espirituales alcanzados.
En el nombre de Jesús, tenemos autoridad para derrotar nuestros gigantes y derribar todo aquello que nos hace débiles. Pensamos que solo los líderes espirituales de las iglesias, son los únicos que pueden predicar el evangelio, pero estamos equivocados. La palabra de Dios es difundida a través de nuestro testimonio. Es por medio del ejemplo que podemos dar a conocer la existencia de un Dios generoso, perdonador y lleno de amor o por el contrario con nuestras actitudes negativas e incoherentes, podemos ser instrumentos de satanás para que personas sedientas de fe, se aparten totalmente de sus caminos.
El proceso cuenta. Dios no nos pide perfección, sino un corazón dispuesto. Prometió no dejarnos solos y acompañarnos en nuestro trasegar por esta tierra. Nos conoce completamente y sabe de nuestras luchas. La excelente noticia es que ya se nos ha concedido la victoria y que el ser faro y luz para otros que se sienten perdidos es una bandera de éxito que vale la pena portar por siempre y para siempre.
OREMOS
Amado Dios tu ves lo mejor de mi y te perfeccionas en mis debilidades. Prometiste no dejarme solo(a) y batallar a mi lado. Te agradezco tu presencia en mi vida. Haz de mi un testimonio vivo de tu gracia y amor. Perdona mis pecados, dame dirección y ayúdame a costruir un testimonio coherente con mi fe. Te bendigo a ti y a todos los que me rodean y clamo por tu favor para cada uno de ellos y sus familias. Concédenos tu paz y la unidad en Cristo Jesús, amén y amén