“El SEÑOR le ordenó a Moisés que fuera a hablar con el faraón y le advirtiera: «Así dice el SEÑOR, Dios de los hebreos: “Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto.” 2 Si te niegas a dejarlos ir y sigues reteniéndolos, 3 la mano del SEÑOR provocará una terrible plaga entre los ganados que tienes en el campo, y entre tus caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas. 4 Pero el SEÑOR hará distinción entre el ganado de Israel y el de Egipto, de modo que no morirá un solo animal que pertenezca a los israelitas.» 5 Además, el SEÑOR fijó un plazo y dijo: «Mañana yo, el SEÑOR, haré esto en el país.» 6 En efecto, al día siguiente murió todo el ganado de los egipcios, pero del ganado de los israelitas no murió ni un solo animal. 7 Envió el faraón gente a ver los ganados de los israelitas, y se encontraron con que ni un solo animal había muerto. Sin embargo, el faraón endureció su corazón y no quiso dejar ir al pueblo.” Hoy nuestros “dioses” no son animales. El dinero, las cosas materiales, la ambición a tener más y más de lo que el mundo nos ofrece, el buscar reconocimiento personal, el adquirir poder y liderazgo haciéndole daño a los demás, incluso la malsana obsesión hacia otras personas, se constituyen como estatuas que sin darnos cuenta adoramos cada día. Cuando mantenemos nuestra mirada fija en éste tipo de cosas, nos apartamos de lo que es verdaderamente importante para nuestro Padre. Dios es celoso y cuando nuestras prioridades no están en orden y permitimos que lo mencionado anteriormente, ocupe el 100% de nuestra mente, impidiendo que apartemos un tiempo especial con Él, dejándolo de lado endureciendo nuestro corazón, de tal forma que el pasa a ser nuestra última opción en un infinito de posibilidades para sobrellevar nuestras cargas, cuando en nuestras acciones, pensamientos y palabras hay ausencia total del amor que debemos reflejar a quien lo necesita, Él se ocupa de poner en orden nuestras prioridades de manera radical. Con el Señor no hay términos medios, es o no es, estás con Él o estás con el diablo, lo adoras y lo alabas a Él o adoras y alabas a satanás, vives su palabra o lo ignoras completamente y así mismo, aunque nunca te deje solo, obra y actúa en tu vida de acuerdo al testimonio que das, para hacer de ti la persona que quiere que seas. Nuestros dioses serán erradicados, para glorificar el nombre de Dios. La felicidad de lo efímero será exterminada y su nombre brillará sobre todo nombre. Que tu terquedad, no sea la causa de tu perdición. Seguramente te han hablado de Dios, alguien ha intentado exhortarte a cambiar, a mejorar, a ser un ser humano sensible a las necesidades de tu prójimo, han llegado a tus oídos de una y mil formas peticiones que lo que haces no está bien. Sin embargo, cierras tus oídos a cualquier tipo de sugerencia que vaya en contra de tus creencias personales. Es momento de no ignorar más la voz del Señor y tomar la decisión de darle el honor que merece en tu vida. No cedas tus bendiciones, defiende tu herencia eterna y dale la gloria y honra que Él merece. Si obedeces, si le apuestas a una vida con Dios, su luz brillará en ti y obtendrás mucho más de lo que hasta ahora hayas podido recibir, eso ¡te lo aseguro!. Señor, tienes la potestad y autonomía, de hacer de mí una persona diferente. Erradica de mi corazón cualquier cosa que me haga desviar de tu camino. Deseo que seas mi prioridad y que tengas en mi corazón el primer lugar en todo momento. Declaro que eres el rey de mi vida y por ende, dejo a tu potestad lo que fui, lo que soy y lo que seré, para exaltar tu nombre a través de mi testimonio. Te amo y te bendigo, en el nombre de Jesús amén.Texto Bíblico
Éxodo 9 (NVI)
La plaga en el ganado
Reflexión
La idolatría, la quinta plaga
Somos susceptibles a colocar en primer lugar cualquier cosa en nuestra existencia menos a Dios. Los dioses egipcios eran representados con la cabeza de animales, Apis era representado por un toro, Ra tenía cabeza de halcón, anubis con un chacal y Hator, diosa del amor y la risa, se representaba como una vaca, entre otros; por eso al quitarles la vida con la quinta plaga, Dios reafirmaba delante del faraón, su poder y supremacía.
Oremos
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