Hoy vivimos una época donde lo políticamente correcto nos empuja a callar y a permitir que la oscuridad se cierna sobre nosotros, porque como cristiano está mal visto controvertir, señalar lo malo y llamar las cosas por su nombre. Sí, la idea del buen cristiano es mantener la dulzura y una sonrisa imperecederas.

Entiendo que como hijos de DIOS no debemos maltratar a las personas a punta de “bibliazos”, ni con mensajes condenatorios y llenos de odio. Pero no por eso podemos mantenernos al margen de los acontecimientos del mundo actual; porque somos la sal, somos la levadura que debe leudar la masa con el mensaje de amor y con la verdad.

Lo malo es malo aquí y en la luna, el pecado es pecado aquí y en cualquier lugar, es así de sencillo; diferente es que nosotros los hombres busquemos justificar nuestros pecados con ideas incorrectas sobre lo que sucede en nuestra cotidianidad; quien lleva 15 años con una mujer sin casarse está cometiendo un pecado, pero él justificará su actuar diciendo, el matrimonio es sólo firmar un papel.

El enemigo no quiere que existan los matrimonios ni las familias, quiere apartarnos, separarnos y mantenernos solos, tristes y vulnerables, porque allí es cuando flaqueamos y caemos en vicios y pecados, el mundo quiere vernos en esclavitud, ya sea atados a un pecado o simplemente bajo la influencia de Faraón que es la mentalidad del mundo.

Las grandes marcas y empresas más influyentes en la actualidad hoy apoyan la “causa” de la comunidad LGTBIQ+, sólo porque es una forma de mostrar empatía por otras personas y posar de liberal y tolerante, pero lo que sabemos es que este tipo de personas son personas con problemas de identidad e igual de pecadores a nosotros queriendo justificar su error con el mensaje que el amor es libertinaje.

En estos tiempos si dices que eres heterosexual, que estás a favor de la familia y que condenas el aborto y el matrimonio homosexual, la gente te va a decir en la cara homofóbico, retrógrado y hasta ultra-conservador, porque como dijo Moliére: “Todos los vicios, con tal de que estén de moda, pasan por virtudes”.

A veces negociamos nuestros principios, sólo por el hecho de sentir que está mal discutir o tratar de defender los valores cristianos, sé que el evangelio se trata de amor y aceptación, pero también sé que se trata de señalar lo malo y mostrar la verdad. Jesús no les dijo a los maestros de la ley en Mateo 23:27-32 sepulcros blanqueados, sólo por maltratarlos sino para evidenciar lo que realmente hay en su corazón.

Hoy como los maestros de la ley los cristianos queremos vernos puros, espirituales, bondadosos, personas que caen bien en todo lugar a donde van, porque saben decir lo que los demás quieren escuchar, porque saben camuflar su fe para ser políticamente correctos. Un tiempo en el que el cuento infantil el nuevo traje del emperador es su más grande símil.

Como en el cuento sólo el alma pura de un niño tuvo la valentía de decir la verdad, de decir lo que realmente veía, porque no le importaba el qué dirán, porque no le importaba que se ofendieran los supuestos sastres, ni la delegación de la corte del rey, porque en su inocencia la verdad es el único lenguaje que conoce.

Debemos cambiar nuestro actuar y ser partícipes en todo ámbito de la sociedad, porque la levadura debe leudar la masa y no al contrario; nos quejamos porque las aulas, las empresas, las diferentes instituciones de la sociedad, se llenan de oscuridad y maldad, pero no nos damos cuenta que somos nosotros los que sacamos a DIOS de los colegios, las universidades, el matrimonio, las empresas, la constitución nacional y demás instituciones sociales.

En estos días estamos sufriendo de lo que he llamado “estupor de rebaño”, ovejas que sólo reciben y engordan, pero no aportan nada, ovejas que están cómodas en su inactividad mientras el mundo se levanta con ideas retorcidas y perversas, pensando alegres que ganamos la salvación y el resto no es importante, sólo esperando a que llegue el día del arrebatamiento.

Somos los llamados a cambiar al mundo, somos los llamados a llevar el mensaje y los valores de Cristo a todos los que no lo conocen, a llamar a lo malo malo y a lo bueno bueno, a mostrar la verdad y señalar el pecado y la injusticia, sin atemorizarse, sin importar si el vecino o el compañero se ofenden, porque la verdad es verdad aquí y en la luna.

Escrito por Mr. Cesos para www.conectadosconcristo.com