Pienso que nuestro deber social va mucho más allá, no sabemos qué vida podemos salvar, qué persona parada a nuestro lado mientras esperamos el transporte público, necesita ser consolada, animada o restaurada. Desconocemos por qué Dios nos ha permitido compartir con los compañeros de trabajo que se sientan a nuestro alrededor durante 8 horas diarias, lo único cierto es que no es casualidad. Estamos donde debemos estar, porque así Dios lo quiere, porque ese es su plan divino y debemos estar preparados para fijar una posición digna de un guerrero del ejército del Señor. Sí, aquí estamos y mientras tengamos la oportunidad de respirar en éste mundo, tenemos la misión de dar a conocer su palabra en TODO momento y TODO lugar.
La invitación está activa a que seamos de bendición, a que en verdad seamos portavoces de las “BUENAS” nuevas, y no multiplicadores del mensaje de terror, miedo, angustia, comportamientos inmorales de ministros y predicadores alrededor del mundo, esas son las mentiras que Satanás quiere implantar en nuestro inconsciente colectivo, y nos usa como idiotas útiles para que seamos altoparlantes de un mensaje que se aleja de lo que Dios quiere demos a conocer.
«Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura».
(Marcos 16:15 NVI)
¿Qué tipo de mensaje es el que predicas y comunicas a través de tus redes sociales o en tus diálogos diarios? ¿Realmente exaltan la obra de Dios o del diablo?, ¿edifica, transforma, motiva al cambio del estilo de vida de una sociedad entregada al desenfreno o resalta el poder de la oscuridad, opacas la obra sobrenatural del cielo con tus comentarios fuera de contexto o te tomas la molestia de investigar, averiguar, interpretar a la luz de la palabra antes de emitir palabra alguna en el nombre del Señor?
Ha llegado la hora de que a voz en cuello te levantes para crecer en el conocimiento de Dios, para así utilizarlo en beneficio de tu prójimo, ¡no calles más¡.
“Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.”
(Hechos 20:24 NVI)
El Rey de Reyes, Señor de Señores, es soberano.
“Él reina haciendo todas las cosas según el designio de su propia voluntad”
(Efesios 1:11 NVI)
La obediencia no es condicionada de ninguna manera, no existen términos medios, ni podemos sobornar a Dios, pidiendo favores a cambio de cumplir sus designios. Conforme a su voluntad, obtendremos su aprobación o su castigo, todo se nos es permitido pero no todo nos conviene, porque aunque somos responsables de nuestras buenas o malas decisiones, quien conserva el control y tiene la última palabra es el Todopoderoso.
Dios es amoroso, bondadoso, justo y como tal debemos comportarnos nosotros. Somos herederos de su gracia y debemos hacerla extensiva, no solo a nuestros hermanos en la fe, sino también a aquellos que como inconversos, se niegan a retirar la venda de sus ojos que los hace permanecer cada vez más alejados de Él.
Hablarnos entre cristianos es muy fácil, somos realmente valientes, cuando decidimos hablarle a los no cristianos de las promesas, las verdades, las premisas divinas contenidas en la Biblia y traídas a nuestra vida a través del poder el Espíritu Santo quien nos da el discernimiento, los dones y talentos para hacerlo de manera contundente, no para hacer el trabajo de Dios, sino para hacer lo que nos corresponde como sus discípulos.
“Así nos lo ha mandado el Señor: Te he puesto por luz para las naciones,
a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra.”
(Hechos 13:47 NVI)
Escrito para www.conectadosconcristo.com