Por Paula Ximena Cortázar

Son tantos sonidos los que han guiado mis pasos,

cierro mis ojos y los sigo,

como un ciego que trata de llegar a su casa.

En mi interior habitan dos voces:

la terrenal y la espiritual.

Luchan,

una habla por un oído y la otra por el otro,

una de las dos quiere acallar a la otra.

Desde que nací las oigo

voces que calman,

voces que traen intranquilidad,

voces que me dan alegría,

voces que me dan tristeza.

Incontables veces me han mareado

voces de afuera, voces internas;

en el pasado me preguntaba

¿quién me guía?

¿a cuál debo seguir?

¿cuál me llevará a mi destino o a quién debo ser?

Luego escuché una voz

tan clara como el agua

resonaba hasta en mis huesos

siempre estuvo ahí, pero no presté oídos

voz que calma en la tormenta

voz que consuela.

Muchos han intentado imitar la voz que me guía

me han confundido,

la voz imitadora es tan tentadora

pero soy una oveja que solo responde a la voz original:

las voces en mi interior se callan

ante esa voz que ilumina

disminuye el ruido terrenal

Dice: “estoy contigo”

Yo no conozco el verdadero nombre

¿de dónde proviene esa voz?

lo llamo de algunas maneras que guardo en secreto

otros lo conocen por el nombre de Dios.