TEXTO BÍBLICO
“Toda palabra de Dios es digna de crédito; Dios protege a los que en Él buscan refugio. No añadas nada a sus palabras no sea que te reprenda y te exponga como a un mentiroso”.
(Proverbios 30:5-6 NVI)
REFLEXIÓN
Soy una mujer que se caracteriza por defender su punto de vista cuando es necesario; así mismo, cuando no estoy de acuerdo con alguien, trato de hacerle caer en cuenta su error…aunque pareciera que apruebo este comportamiento, no es más que el resultado de la falta de dominio propio y de lo visceral que actúo cuando mi yo carnal toma el control y es de esta manera que quedo literalmente expuesta a la etiqueta de conflictiva que en muchos escenarios actualmente me acompaña.
No digo que esté mal expresar nuestras opiniones, sino que con la experiencia adquirida he aprendido que el tiempo y el lugar para hacerlo es importante y que mi vehemencia es solo el preludio de una estrepitosa caída que deja ver mi falta de prudencia y sabiduría aunque la intención sea distinta.
Con la misma vehemencia intentamos educar al mundo a punta de bibliazos. Lanzamos los versículos como si fueran dardos venenosos contra aquellos que juzgamos como más pecadores que nosotros. Usamos la palabra de Dios como armas letales, justificando nuestras falsas actitudes de aparente santidad para dizque salvar a la humanidad.
La palabra de Dios debe ser usada para animar, exhortar, corregir y reprender pero en amor como lo hace Cristo cada día con nosotros. No somos más santos que otros porque nos sepamos unos cuantos versículos de memoria y los repitamos a diestra y siniestra, el estudio y comprensión de lo que Dios nos dice en la biblia debe ir acompañado de llevarla a la práctica, siendo evidente ante los ojos de los demás que ha generado un cambio radical en nuestro carácter.
Las buenas nuevas del Señor son claras. Somos mentirosos cuando predicamos y no aplicamos. El mensaje no cambia, pero el lenguaje sí. No necesitas ser agresivo y petulante para enfatizar en los errores de otros. Recuerda que no has sido nombrado juez, no eres Dios para decidir quién es culpable y quién no, o si alguien es mejor o peor que tú. Eres responsable de tu conducta y por eso serás llamado a rendir cuentas.
OREMOS
Señor, perdona mi falta de dominio propio y coherencia, cuando decido tomar tu lugar e intento cambiar a otros como si pudiera hacerlo. Dame un nuevo corazón y ayúdame a ser comprensivo(a) con mis semejantes. Revélame cuál es la mejor forma de dar a conocer tu mensaje sin usurpar el lugar que a ti te corresponde. Aparta de nuestra mente y corazón la arrogancia, el orgullo y la mentira. Renuévanos. En el nombre de Jesús, amén y amén.