“Pero Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario y, poniendo en ellos fuego e incienso, ofrecieron ante el SEÑOR un fuego que no tenían por qué ofrecer, pues él no se lo había mandado. 2 Entonces salió de la presencia del SEÑOR un fuego que los consumió, y murieron ante él. 3 Moisés le dijo a Aarón: «De esto hablaba el SEÑOR cuando dijo: »“Entre los que se acercan a mí manifestaré mi santidad, y ante todo el pueblo manifestaré mi gloria.” » Y Aarón guardó silencio. 4 Moisés mandó llamar a Misael y a Elzafán, hijos de Uziel, tío de Aarón, y les dijo: «Vengan acá y retiren del santuario a sus hermanos. ¡Sáquenlos del campamento!» 5 Ellos se acercaron y, tomándolos por las túnicas, se los llevaron fuera del campamento, tal como Moisés lo había ordenado. Ley sobre el duelo sacerdotal 6 Luego Moisés les dijo a Aarón y a sus hijos Eleazar e Itamar: «No anden ustedes con el pelo despeinado, ni se rasguen los vestidos. Así no morirán ustedes ni se irritará el SEÑOR contra toda la comunidad. Sus hermanos israelitas harán duelo por el incendio que produjo el SEÑOR, 7 pero ustedes no vayan a salir de la Tienda de reunión, no sea que mueran, porque el aceite de la unción del SEÑOR está sobre ustedes.» Y ellos hicieron lo que Moisés les dijo. Ley sobre el culto y el licor 8 El SEÑOR le dijo a Aarón: 9 «Ni tú ni tus hijos deben beber vino ni licor cuando entren en la Tienda de reunión, pues de lo contrario morirán. Éste es un estatuto perpetuo para tus descendientes, 10 para que puedan distinguir entre lo santo y lo profano, y entre lo puro y lo impuro, 11 y puedan también enseñar a los israelitas todos los estatutos que el SEÑOR les ha dado a conocer por medio de Moisés.» La porción de los sacerdotes 12 Moisés le dijo a Aarón, y también a Eleazar e Itamar, los hijos que le quedaban a Aarón: «Tomen el resto de la ofrenda de cereal presentada al SEÑOR, y cómanla sin levadura, junto al altar, porque es sumamente sagrada. 13 Cómanla en un lugar santo, porque así se me ha mandado. Es un estatuto para ti y para tus hijos con respecto a la ofrenda presentada por fuego al SEÑOR. 14 »Tú y tus hijos e hijas podrán comer también, en un lugar puro, el pecho que es ofrenda mecida y el muslo dado como contribución. Ambos son parte de los sacrificios de comunión de los israelitas, y a ti y a tus hijos se les han dado como estatuto. 15 Tanto el muslo como el pecho serán presentados junto con la ofrenda de la grasa, para ofrecérselos al SEÑOR como ofrenda mecida. Será un estatuto perpetuo para ti y para tus hijos, tal como lo ha mandado el SEÑOR.» Un caso especial 16 Moisés pidió con insistencia el macho cabrío del sacrificio expiatorio, pero éste ya había sido quemado en el fuego. Irritado con Eleazar e Itamar, los hijos sobrevivientes de Aarón, les preguntó: 17 —¿Por qué no comieron el sacrificio expiatorio dentro del santuario? Es un sacrificio sumamente sagrado; se les dio para quitar la culpa de la comunidad y hacer propiciación por ellos ante el SEÑOR. 18 Si no se introdujo en el Lugar Santo la sangre del macho cabrío, ustedes debieron haberse comido el animal en el área del santuario, tal como se lo mandé. 19 Entonces Aarón le respondió a Moisés: —Hoy mis hijos ofrecieron ante el SEÑOR su sacrificio expiatorio y su holocausto, ¡y es cuando tenía que sucederme semejante desgracia! Si hoy hubiera yo comido del sacrificio expiatorio, ¿le habría parecido correcto al SEÑOR? 20 Al oír esto, Moisés quedó satisfecho con la respuesta.” Me he encontrado con cristianos y no cristianos, que a menudo expresan que creen y siguen a Dios a su manera. Se congregan cuando quieren, piensan que las obras son las que les dan la salvación, que son ellos, en sus fuerzas y capacidades los que han logrado y obtenido lo que hoy tienen y disfrutan, sin darle el reconocimiento a Dios por lo que ha hecho en sus vidas. Van y vienen zarandeados por el viento, seducidos por el mundo, montados en una religión a su conveniencia, con sus propias leyes, separados espiritualmente de nuestro Padre, en donde la idolatría rige su adoración, no hay sinceridad, honestidad y verdadero arrepentimiento. ¿En verdad crees que Dios necesita de tu ayuda para lograr cambiar tus circunstancias?, lo digo porque con tu comportamiento, pareciera que cada santo, cada rito, cada oración repetida sin sentido, cada invocación a otras personas y cosas que no tienen que ver para nada con el Señor, fuera el medio de alcanzar su favor, o como si el Todopoderoso necesitara un empujoncito o una ayudita adicional para hacer lo que Él ya te ha dicho hará, para cumplir las promesas que ha expresado una y otra vez cumplirá por amor a ti. Convéncete de una vez por todas, que Dios es Dios, nombre sobre todo nombre, es vida y no muerte, invencible Señor, hacedor, creador Y lleno de gloria. Somos nosotros los que necesitamos de Él, y para que nuestras peticiones sean concedidas se nos demanda obediencia sin condiciones, sin reparo y sin sobornos de ninguna clase. Padre amado, fijo mi mirada en ti en éste día. Ten piedad de mí, a causa de mi desobediencia y de la religiosidad que me he alejado de ti. Utilizar intermediarios distintos a tu hijo Jesucristo te ofende, pero lo hago por tradición, porque otros lo hacen y porque a mi manera digo creer en ti, sin demostrártelo con hechos reales de amor y conocimiento. No leo la Biblia, me congrego cuando quiero, no tengo una relación de amigos contigo, simplemente repito y repito frases de otros que no nacen de mi corazón, esperando milagros que únicamente se darán cuando decida obedecerte y seguir tus normas y preceptos, entregando mi alabanza y adoración únicamente a ti. Te amo, hazme digno de presentarme delante de ti y perdona mi pecado. En el nombre de Jesús y bajo la unción de tu Santo Espíritu, amén.Texto Bíblico
Levítico 10 (NVI)
Muerte de Nadab y Abiú
Reflexión
Los efectos de la religiosidad
El pecado de Nadab y Abiú, nace del orgullo y la soberbia en su corazón. Ser sacerdotes, servidores de Cristo en todas sus dimensiones implica una responsabilidad especial. Ellos sabían con claridad quién era Dios, sabían lo que debían hacer y cómo hacerlo, puesto que Él los había preparado para el ejercicio de sus funciones. Sin embargo, creyeron que el haber sido escogidos, les daba el derecho de hacer lo que según su propio criterio les sugería hacer, desobedeciendo intencionalmente al Señor.
Oremos