TEXTO BÍBLICO
Eclesiastés 9: 1-10 (NVI)
Un destino común
“9 A todo esto me dediqué de lleno, y en todo esto comprobé que los justos y los sabios, y sus obras, están en las manos de Dios; que el hombre nada sabe del amor ni del odio, aunque los tenga ante sus ojos. 2 Para todos hay un mismo final:
para el justo y el injusto,
para el bueno y el malo,
para el puro y el impuro,
para el que ofrece sacrificios
y para el que no los ofrece;
para el bueno y para el pecador,
para el que hace juramentos
y para el que no los hace.
3 Hay un mal en todo lo que se hace en esta vida: que todos tienen un mismo final. Además, el corazón del hombre rebosa de maldad; la locura está en su corazón toda su vida, y su fin está entre los muertos. 4 ¿Por quién, pues, decidirse? Entre todos los vivos hay esperanza, pues
vale más perro vivo
que león muerto.
5 Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada ni esperan nada, pues su memoria cae en el olvido. 6 Sus amores, odios y pasiones llegan a su fin, y nunca más vuelven a tener parte en nada de lo que se hace en esta vida.
7 ¡Anda, come tu pan con alegría! ¡Bebe tu vino con buen ánimo, que Dios ya se ha agradado de tus obras! 8 Que sean siempre blancos tus vestidos, y que no falte nunca el perfume en tus cabellos. 9 Goza de la vida con la mujer amada cada día de la vida sin sentido que Dios te ha dado en este mundo. ¡Cada uno de tus absurdos días! Esto es lo que te ha tocado de todos tus afanes en este mundo. 10 Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, adonde te diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría.”
REFLEXIÓN
Los muertos no hablan
Podemos creernos sabios en nuestro propio intelecto, buenas personas, ejemplo de perfección y bondad, santos ante Dios y los hombres y a lo mejor, demostrarlo a través de acciones y obras que lo honren; y eso no nos hace estar en un nivel superior a los que consideramos en nuestro criterio, malos y perversos; unos y otros tendremos el mismo final…la muerte.
Nos han hecho creer en mentiras y cosas vanas, que desagradan a Dios. Que podemos hablar con los que ya no están, que es nuestro deber visitar tumbas que ya están vacías, que nuestros seres queridos que ya partieron nos cuidan o son intercesores desde el más allá; pero el Señor es claro en su palabra “Los muertos no saben nada ni esperan nada, pues su memoria cae en el olvido. Sus amores, odios y pasiones llegan a su fin, y nunca más vuelven a tener parte en nada de lo que se hace en esta vida.”
Si usted ha participado del espiritismo, le ha rezado a las mal llamadas ánimas benditas o le ha pedido cosas a los muertos, seguramente perdió su tiempo o quizás le ha venido hablando a algún demonio y créame su único objetivo es apartarlo de la verdad y de una relación íntima con Dios, en la que el único intercesor que tenemos es Jesús.
Cada día es una oportunidad para rectificar nuestras acciones y trabajar en agradar a un Dios que espera todo de nosotros. Él nos dejó el manual del fabricante (La Biblia) para que a través de el, pudiéramos conocer su corazón y actuar conforme a su voluntad. Nos ha insistido que debemos vivir honrándolo a Él en todo momento y lugar, que no podemos comprar con obras nuestra salvación; que el regalo de la vida, incluye gozar de las bendiciones que nos ha concedido esposa, hijos, familia, trabajo, amigos e iglesia; y que el único deber que tenemos, es hacerlo todo con empeño, porque a donde vamos, nos espera una recompensa eterna de alabanza, paz y amor, que no queremos perdernos.
Alabanza sugerida
Canción: Vivo por ti Jesús – Vértice Band
Ver video aquí: https://bit.ly/2tyMW9v
OREMOS
Amado Señor, trasciende en mi vida para que tus planes se cumplan a cabalidad. Perdóname por aquellas prácticas en las que directa o indirectamente he participado y te he ofendido. Gracias por las bendiciones recibidas, por el tiempo que he pasado contigo, por los sueños cumplidos y por el camino que me has trazado para ir hacia ti. Te amo Jesús y quiero ofrecerte hoy mi corazón y el empeño con el que he de hacer las cosas, para honrarte a través de ellas. En el nombre de tu hijo amado, he orado, amén.