“Y vestíos del nuevo hombre, creado según DIOS en la justicia y santidad de la verdad”

Efesios 4:24 (RVR 1960)

Ayer fue uno de los días más felices de mi vida, DIOS ha cumplido una de las promesas que me regaló, ha escogido una de sus mejores hijas para que sea mi esposa, el SEÑOR ha confiado a una de sus amadas flores para adornar mi vida y confirmó la fecha de nuestro matrimonio; lo ha hecho porque confía en mí, y porque su amor nos llega cuando le entregamos cada una de nuestras decisiones, desde las menos importantes hasta las más trascendentales.

Recordando nuestras primeras citas románticas, llega a mi mente una película que logra dibujar sonrisas en mi rostro; fue uno de esos días en que no importa lo que vas a hacer, lo importante es que te vas a ver con esa persona que te gusta y por la que quieres esforzarte para ser mejor, la musa que necesita un escritor, la doncella de mi novela de caballería, la protagonista de la aventura que quiere vivir cualquier hombre para sentirse ganador.

Cuando comencé a caminar con DIOS, quería cambiar mi vida y dar un viraje violento y absoluto, girar 180° para dirigirme sólo hacia su presencia, pero mis esfuerzos eran inútiles y frustrantes, al final, con el tiempo iba a entender que no se trata de lo que yo pueda hacer, sino de lo que le permita a DIOS hacer en mí, desde mis decisiones cotidianas, desde mis victorias del día a día.

Debo confesar que soy fan número uno de los animados, y más que la emoción de ver los muñecos que me divierten montones, esta película tuvo un mensaje revelador y sentí que DIOS me hablaba mirándome a los ojos, como cuando mi padre ponía su cara ceremonial y me decía a media voz que debía cambiar mi comportamiento porque estaba haciendo las cosas mal.

La peli me mostró cómo Megamente, un niño que había crecido con falsas ideas de su vida y del mundo se convertía en un villano, pero tras enfocarse en lo realmente importante cambió su vida en su adultez, a pesar de todas sus locuras pasó de villano a héroe… y se quedó con la chica bonita. Esa historia fue una revelación, DIOS me dijo que no importaba mi pasado, ahora podía reescribir mi vida.

Megamente no era del todo normal, era el único personaje con piel azul, supongo que era porque venía de otro planeta, lo que quiere decir que a DIOS no le importa si vienes de otro planeta, si tienes la piel azul, si te identificas con tu generación o eres un ser anacrónico, si eres o no romántico, finalmente esa es tu esencia, lo que te hace único frente a sus ojos, no frente a los ojos de los demás. Así seas cabezón y de piel azul, DIOS te ama como tu PADRE.

Antes mi vida sólo era egoísmo, pecado y mundo, pero cuando DIOS cambió mi forma de verme a mí mismo, de verlo a ÉL y de ver todo a mi alrededor, pude entender muchas cosas, entre ellas que estaba en el bando equivocado, que mi batalla era en contra de mi pasado y mis frustraciones, no en contra del mal ni en pro del bien y la justicia. Tal vez no era un repulsivo malhechor, pero no era de los buenos, de eso sí estoy seguro.

De villano a héroe, fue mi historia con DIOS, antes sólo servía de mal ejemplo, ahora sé que no soy perfecto, pero me esfuerzo por creerle, por agradarle y por servirle, quiero buscar su aprobación y orgullo; después de muchas locuras y metidas de pata, puedo decir que ÉL me permitió reescribir mi historia, tal vez esta vez no salve a Metro Ciudad ni acabe con todos los malos, pero sé que ahora soy de los buenos… y me quedé con la chica bonita.