TEXTO BÍBLICO

Proverbios 18: 1-15 (NVI)
“18 El egoísta busca su propio bien;
contra todo sano juicio se rebela.

2 Al necio no le complace el discernimiento;
tan solo hace alarde de su propia opinión.

3 Con la maldad viene el desprecio,
y con la vergüenza llega el oprobio.

4 Las palabras del hombre son aguas profundas,
arroyo de aguas vivas, fuente de sabiduría.

5 No está bien declarar inocente al[a] malvado
y dejar de lado los derechos del justo.

6 Los labios del necio son causa de contienda;
su boca incita a la riña.

7 La boca del necio es su perdición;
sus labios son para él una trampa mortal.

8 Los chismes son deliciosos manjares;
penetran hasta lo más íntimo del ser.

9 El que es negligente en su trabajo
confraterniza con el que es destructivo.

10 Torre inexpugnable es el nombre del Señor;
a ella corren los justos y se ponen a salvo.

11 Ciudad amurallada es la riqueza para el rico,
y este cree que sus muros son inexpugnables.

12 Al fracaso lo precede la soberbia humana;
a los honores los precede la humildad.

13 Es necio y vergonzoso
responder antes de escuchar.

14 En la enfermedad, el ánimo levanta al enfermo;
¿pero quién podrá levantar al abatido?

15 El corazón prudente adquiere conocimiento;
los oídos de los sabios procuran hallarlo.”

REFLEXIÓN

Mi humilde ego

La palabra ‘egoísmo’ procede del latín ego (‘yo’) y el sufijo -ismo e indica amor excesivo a uno mismo. Una persona egoísta, suele ser codiciosa o ambiciosa y frecuentemente busca ser el centro de atención. Se caracteriza por la falta de preocupación hacia los demás y posee una marcada tendencia a ocuparse en sus propios intereses sin importar si estos afectan a quienes están a su alrededor. Su opinión es la que cuenta, suele pisotear los sentimientos e intereses de quien esté a su alcance; es soberbio, necio y falto de conocimiento.

Existen dos caminos, el del bien y el del mal. Dios nos ha provisto del libre albedrío, para que tomemos decisiones sabias, enfocadas a disfrutar la vida en abundancia que Él nos ofrece; depende de nosotros asumir con responsabilidad las consecuencias de dichas elecciones.

Las siguientes son las características de un egoísta, si reconoces en ti alguna de ellas, ora y pon en manos del Señor tu cambio, pues quién así actúa, rinde culto al diablo y desprecia su linaje como hijo de Dios:

1.    Su opinión es la única que cuenta.

2.    Deja de lado los derechos de los demás, no le da importancia a sus deberes para con su prójimo y poco o nada le interesa lo que otros piensen de él.

3.    Constantemente se ve involucrado en contiendas.

4.    Es impulsivo, sarcástico e imprudente.

5.    Es ligero de labios y fácilmente se ve envuelto en chismes y murmuración.

6.    Confraterniza con la maldad.

7.    Es soberbio y reactivo. No escucha razones.

8.    Lo único que le preocupa es su bienestar, sembrar raíz de amargura en otros es su especialidad.

9.    Justifica sus malas acciones culpando a otros por originarlas.

10. Sus oraciones son vacías y carecen de poder, porque permanece separado del Señor.

Dios ha prometido no dejarnos solos. Olvidando ésta premisa, permitimos que sean nuestras emociones las que nos gobiernen y construimos una muralla en medio de nuestra relación con Él. El egoísmo conlleva al orgullo. Perdonar, ser perdonado, reconocer nuestros errores primero delante del Padre y luego de quienes han sido víctimas de nuestra insensatez, es una muestra loable de humildad. Rectificar el camino y dar pasos agigantados hacia la eternidad, es nuestra responsabilidad…Juzgar, señalar y maltratar a otros, son acciones que honran a satanás y te alejan de los propósitos que Dios tiene para ti ¡Es tu elección!

Alabanza sugerida

Canción: Si estoy contigo – Alex Campos

Ver video aquí: http://bit.ly/2HVBOt8

OREMOS

Soy un(a) hijo(a) de Dios y decido actuar coherentemente ante las dificultades. Si Dios está conmigo, ¿Quién contra mi? Nada puede impedir el cumplimiento de sus planes para mi vida. Echo fuera de mi vida el orgullo y el egoísmo que no me permiten tener una relación de amor con mi Padre celestial; le permitiré a Él gobernar mi mente y mi corazón por siempre, en el nombre de Jesús, amén y amén.