«Predica el evangelio en todo momento, y cuando sea necesario, utiliza las palabras«
(San Francisco de Asís)
Les presento una de las frases con la que DIOS me dio lo que necesitaba en ese momento: Sólo una palmada en mi trasero de “párvulo espiritual”, desobediente y travieso creía que a punta de grandes discursos y palabras bonitas iba a llegar al cielo con millones de almas más; si de algo puedo dar fe y testimonio es que DIOS se preocupa por nuestra formación, como cualquier padre que busca y desea lo mejor para su hijo.
Cuando tenemos una relación con DIOS, ÉL nos habla a través de nuestras figuras de autoridad, nuestros compañeros, nuestros familiares, la radio, la televisión, la lectura de la Biblia, las prédicas de nuestros pastores, las lecturas cotidianas, los avisos publicitarios… Nuestra sensibilidad para escuchar su voz, depende del grado de intimidad que logremos con ÉL.
Para comenzar a madurar espiritualmente, DIOS me dio una lección sobre la coherencia, por eso me estrellé con esta frase una fría mañana de Octubre, días después de haber dado una charla en un grupo de estudio bíblico que formamos con algunos compañeros de trabajo, narraba cómo a veces por mi temperamento colérico me convierto en Hulk y cuán grande era mi lucha por apaciguar a la bestia.
Lo que mi PADRE me había dicho en esa oportunidad para preparar la charla, es que nosotros debemos reflejar su carácter y su amor por los demás, la misericordia y el perdón deben estar disponibles las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Pero lo que yo confesaba amargamente a mis compañeros, es que se me olvidaba a ratos que soy hijo de DIOS y me comportaba como un bárbaro.
El día del tropezón con esa frase, DIOS me reveló que aún con mis limitaciones y defectos, tengo las responsabilidades de un príncipe, porque desde el momento que dije que creía y aceptaba a JESÚS como mi señor y salvador, decidí ser su representante en cualquier lugar; al ser hijo del REY de reyes mi condición de príncipe me empuja a tomar mis responsabilidades en los asuntos de mi PADRE, en su REINO.
Razón por la cual pido todos los días fortaleza al Espíritu Santo para mantener mi comunión con ÉL, y así morir a los deseos pecaminosos de mi carne y moldear mi carácter al carácter de JESÚS; esa es la dependencia de DIOS que obra milagros y nos impulsa a ser mejores, que promueve que busquemos agradarle cada día, así debamos morir a nosotros mismos, a nuestros derechos y a nuestra justicia. Porque sólo ÉL es justo.
Seguramente tendré que comerme mil sapos en la oficina para aquietar al gruñón que reside en mí, no debo olvidar que al ser embajador del REINO debo hablar su lenguaje, debo comportarme como un ciudadano del cielo, debo acallar mis mares internos y atender las responsabilidades que se me han encomendado, debo ser digno de llamarme su hijo, debo mirarme al espejo y ver que cada vez más me parezco a JESÚS.
Escrito para www.conectadosconcristo.com