Texto Bíblico

Éxodo 7:16 – 19 NVI

“El Señor le ordenó a Moisés que le dijera a Aarón: «Extiende tu vara y golpea el suelo, para que en todo Egipto el polvo se convierta en mosquitos.» 17 Así lo hizo. Y Aarón extendió su brazo, golpeó el suelo con la vara, y del polvo salieron mosquitos que picaban a hombres y animales. En todo Egipto el polvo se convirtió en mosquitos. 18 Los magos, recurriendo a sus artes secretas, trataron también de producir mosquitos, pero no pudieron. Mientras tanto, los mosquitos picaban a hombres y animales. 19 «En todo esto anda la mano de Dios», admitieron los magos ante el faraón, pero éste había endurecido su corazón, así que no les hizo caso, tal como el Señor lo había advertido.”

Reflexión

Milagros desvirtuados, la tercera plaga

Muchos intentarán por todos los medios desvirtuar la obra de Dios en tu vida y si fuiste bendecido(a) con un milagro, se los atribuirán a TODO menos al Señor, a causa de su ceguera espiritual.

Lo importante no es que piensen los demás, sino que tengas claro y jamás olvides, lo que el Señor en su infinita misericordia ha hecho para darte la felicidad. Vendrán momentos malos, pero recordar que en otras ocasiones aún mucho más difíciles, Él ha salido a tu rescate, traerá esperanza y optimismo en medio de la oscuridad en la que te encuentres.

Los seres humanos tendemos a olvidar fácilmente las cosas buenas que nos suceden y le damos mayor trascendencia a lo negativo y a lo que añade tristeza, pero que bueno es darle la honra y la gloria a aquel que sin tener en cuenta cuan pecadores somos, nos ofrece su amor incondicional y su salvación eterna.

Tener fe en Dios, es mucho más seguro que confiar en los hombres. En él no hay engaños, no te abandona y nunca te falla, pero si no lo buscas no podrás recibir los milagros que esperas en tu vida, aunque es un padre generoso que está pendiente de ti, es un caballero que no intervendrá para cambiar tus circunstancias a menos que con un corazón humilde se lo pidas.

 

Oremos

Amado Padre celestial, gracias porque aun en medio de las tormentas más fuertes, puedo estar segura que vendrás a mi encuentro, para sostenerme y rescatarme con tu amor. Declaro victoria en mi vida ahora y para siempre, en el nombre de Jesús, Amén y amén.

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