“Moisés había tomado por esposa a una egipcia, así que Miriam y Aarón empezaron a murmurar contra él por causa de ella. 2 Decían: «¿Acaso no ha hablado el SEÑOR con otro que no sea Moisés? ¿No nos ha hablado también a nosotros?» Y el SEÑOR oyó sus murmuraciones. 3 A propósito, Moisés era muy humilde, más humilde que cualquier otro sobre la tierra. 4 De pronto el SEÑOR les dijo a Moisés, Aarón y Miriam: «Salgan los tres de la Tienda de reunión.» Y los tres salieron. 5 Entonces el SEÑOR descendió en una columna de nube y se detuvo a la entrada de la Tienda. Llamó a Aarón y a Miriam, y cuando ambos se acercaron, 6 el SEÑOR les dijo: «Escuchen lo que voy a decirles: »Cuando un profeta se levanta entre ustedes, yo le hablo en visiones y me revelo a él en sueños. 7 Pero esto no ocurre así con mi siervo Moisés, porque en toda mi casa él es mi hombre de confianza. 8 Con él hablo cara a cara, claramente y sin enigmas. Él contempla la imagen del SEÑOR. ¿Cómo se atreven a murmurar contra mi siervo Moisés?» 9 Entonces la ira del SEÑOR se encendió contra ellos, y el SEÑOR se marchó. 10 Tan pronto como la nube se apartó de la Tienda, a Miriam se le puso la piel blanca como la nieve. Cuando Aarón se volvió hacia ella, vio que tenía una enfermedad infecciosa. 11 Entonces le dijo a Moisés: «Te suplico, mi señor, que no nos tomes en cuenta este pecado que neciamente hemos cometido. 12 No la dejes como un abortivo, que sale del vientre de su madre con el cuerpo medio deshecho.» Moisés intercede por Miriam 13 Moisés le rogó al SEÑOR: «¡Oh Dios, te ruego que la sanes!» 14 El SEÑOR le respondió a Moisés: «Si su padre le hubiera escupido el rostro, ¿no habría durado su humillación siete días? Que se le confine siete días fuera del campamento, y después de eso será readmitida.» 15 Así que Miriam quedó confinada siete días fuera del campamento. El pueblo no se puso en marcha hasta que ella se reintegró. 16 Después el pueblo partió de Jazerot y acampó en el desierto de Parán». Aunque existe la creencia dentro de nuestra cultura, que los hombres son en muchas ocasiones más chismosos que las mujeres, es un hábito que tiende a caracterizar a la mujer en la sociedad actual, igual como sucedía en la época de Moisés. Fíjense que en el texto de hoy se menciona primero a Miriam y es justamente ella quien recibe el castigo. Moisés era el hombre de confianza del Señor, autoridad erigida por Él mismo, hablaba con Él personalmente, era una persona humilde, no tenía secretos con nuestro Padre, seguramente le habría contado de sus planes y tenía su aprobación, por esto eran inaceptables los rumores y cuestionamientos que contra él se levantaban en el campamento. La envidia, las faltas de respeto para con nuestras autoridades, el menosprecio, las expresiones descalificantes, la rebeldía, los celos, el resentimiento o inconformidad, son emociones que no provienen del cielo. Independientemente de su posición socioeconómica, edad o nivel de conocimiento, el someternos y obedecer a nuestros padres, maestros, gobernantes, líderes o jefes, es un mandato divino que debemos cumplir sin excepciones, para poder recibir el favor y la aprobación de Dios. Como cristianos, no sólo estamos sujetos a respetar la autoridad y ser buenos ciudadanos, también estamos llamados a orar por las cabezas de las instituciones y del país en general, no a señalarlos o a juzgarlos. Tenemos deberes delante de Dios y bendecir es una de ellas. Señor, pon guarda a mi boca, no permitas que yo sea una fuente de chismes o que me vea inmerso(a) en una oleada de murmuraciones en contra de mis autoridades. Dame sabiduría para no dejarme llevar del mundo, que está acostumbrado a destruir la imagen de otras personas sin ningún tipo de contemplación. Te pido perdón, si en el pasado me he convertido en un necio que hace caso omiso a tus mandatos, solo para mi propia conveniencia y satisfacción. Aleja de mi vida toda malicia y no permitas que caiga en la tentación de señalar, cuando sé, que me mides con la misma vara con la que yo mido a otros. Líbrame de todo mal, en el nombre de Jesús, amén y amén.Texto Bíblico
Números 12 – NVI
Quejas de Miriam y de Aarón
Reflexión
El que mucho habla, mucho yerra
Pretender que el Señor se tape los oídos y sea selectivo con lo que escucha es un absurdo. La Biblia nos indica que las palabras que salen de nuestra boca, pueden ser de bendición o de maldición. Hablar mal de los demás, ser chismoso, calumniador y pendenciero, es una falta muy grave en contra del SEÑOR, por eso cuando murmuramos, lo estamos haciendo directamente contra Él y es algo que nuestro Padre rechaza tajantemente.
Oremos
2 Comentarios
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Excelente devocional y si DIOS aplicara hoy los mismos correctivos?
Sí Hernan, hay que tener temor y temblor de fallarle a Dios, creo que no estamos lejos a los comportamientos del pueblo en esa época