Texto Bíblico

Deuteronomio 18: 1 – 8 NVI

Ofrendas para los sacerdotes levitas

“»La tribu de Leví, a la que pertenecen los sacerdotes levitas, no tendrá patrimonio alguno en Israel. Vivirán de las ofrendas presentadas por fuego y de la herencia que corresponde al SEÑOR. 2 Los levitas no tendrán herencia entre sus hermanos; el SEÑOR mismo es su herencia, según les prometió.

3 »Cuando alguien del pueblo sacrifique un buey o un cordero, los sacerdotes tendrán derecho a la espaldilla, las quijadas y los intestinos. 4 También les darás las primicias de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, así como la primera lana que esquiles de tus ovejas. 5 Porque el SEÑOR tu Dios los eligió a ellos y a su descendencia, de entre todas tus tribus, para que estuvieran siempre en su presencia, ministrando en su nombre.

6 »Si un levita que viva en alguna de las ciudades de Israel, respondiendo al impulso de su corazón se traslada al lugar que el SEÑOR haya elegido, 7 podrá ministrar en el nombre del SEÑOR su Dios como todos los otros levitas que sirvan allí, en la presencia del SEÑOR. 8 Recibirá los mismos beneficios que ellos, además de su patrimonio familiar”.

Reflexión

Nadando en contra de la corriente

Gracias a nuestro Ministerio, he podido conocer de cerca los esfuerzos de pastores para levantar iglesias desde cero, con la firme ilusión de ver crecer la obra no solo en un lugar específico, sino en el corazón de las personas que se congregan en ese lugar.

Construir una Iglesia desde su primer ladrillo, sin tener el dinero para hacerlo o el apoyo de personas para sacar adelante dicho propósito, es una prueba muy grande de fe; es permitirle a Dios cumplir sus promesas, aunque a su alrededor sobreabunde la incredulidad; hacer lo que les corresponde para permanecer íntegros en la presencia del Señor, aun cuando sientan desfallecer y no puedan más, confiados en que no hay NADA más importante que cumplirle a Dios con un trabajo bien hecho.

Toda congregación de sana doctrina inició de un anhelo, un sueño, un susurro al oído departe de Dios, para guiar un pueblo que aunque no lo conozca, lo necesita. Es nuestra responsabilidad orar por nuestros líderes, ser agradecidos, no maldecir con nuestras palabras de desprecio lo que ellos hacen y quizás nos disguste o nos hace sentir incómodos, porque lejos de ser personas perfectas, son seres humanos como nosotros, con un propósito específico para el Señor.

Valorar sus esfuerzos para que las personas que hacen parte de su comunidad crezcan espiritualmente, debe ser una prioridad y la mejor forma de hacerlo, es participando activamente de sus propuestas (talleres, capacitaciones, encuentros, seminarios, etc), sirviendo en los diferentes ministerios, estudiando la Palabra en respuesta a su interés de lograr que estemos ávidos de conocimiento, practicando lo aprendido dentro y fuera de la iglesia y respetando la autoridad que les ha sido conferida de acuerdo a su llamado.

Alabanza sugerida:

Canción: Dios manda lluvia – Marco Barrientos Ver video Aquí: http://bit.ly/1PH30OL

 

Oremos

Padre amado, bendigo a los pastores y líderes espirituales de todo el mundo. Te pido que respaldes la obra de sus manos y anhelo en su corazón para trabajar por el crecimiento espiritual de su congregación. Gracias Señor, porque no permites que desvíen su camino, porque proteges su integridad física y la de su familia, porque les das la fuerza para seguir hacia adelante, aun cuando arrecié la tormenta y lo imposible amenace con derribar lo que ya ha sido construido. Abre nuestros ojos Señor y déjanos ver mucho más allá de las circunstancias para poder apreciar cuán grandes son tus esfuerzos a través de ellos, para levantar una Iglesia que exalte, proclame y honre tu nombre con un testimonio colectivo de amor y servicio que avive nuestra alma. En el nombre de Jesús, amén y amén.