TEXTO BÍBLICO

Isaías 40: 12 -17 NVI

“¿Quién ha medido las aguas con la palma de su mano,
    y abarcado entre sus dedos la extensión de los cielos?
¿Quién metió en una medida el polvo de la tierra?
    ¿Quién pesó en una balanza las montañas y los cerros?
13 ¿Quién puede medir el alcance del espíritu del Señor,
    o quién puede servirle de consejero?
14 ¿A quién consultó el Señor para ilustrarse,
    y quién le enseñó el camino de la justicia?
¿Quién le impartió conocimiento
    o le hizo conocer la senda de la inteligencia?

15 A los ojos de Dios, las naciones son
    como una gota de agua en un balde,
    como una brizna de polvo en una balanza.
El Señor pesa las islas
    como si fueran polvo fino.
16 El Líbano no alcanza para el fuego de su altar,
    ni todos sus animales para los holocaustos.
17 Todas las naciones no son nada en su presencia;
    no tienen para él valor alguno.”

REFLEXIÓN

Nadie es más grande que Dios

Al reconocer a Dios como nuestra prioridad, sabemos que nada ni nadie, puede impedir que los planes que Él ha trazado para nosotros se cumplan. Él no habla por hablar, no miente, no es ligero al pronunciar sus promesas; tenemos un papá que por amor, nos rodea de cosas y personas maravillosas, aunque estemos enfrentando una tormenta con rayos y centellas.

Al tener problemas, perdemos de vista la misión que Él nos ha dado, nos fundimos en espacios de temor, dolor y desesperación en los que nuestra perspectiva de vida, se vuelve difusa. Pero Dios nos recuerda que es Todopoderoso, que fue Él quien creó el cielo, la tierra y todo lo que hay en ella.

Olvidamos que el espíritu del Señor habita en nosotros. Que es quien imparte justicia y conocimiento de acuerdo a su soberanía y que no le han quedado grandes nuestros sueños, que nuestros enemigos vencidos están y que camina a nuestro lado, para garantizar que nuestros pasos sean firmes y seguros ¿Lo crees?

Alabanza sugerida

Canción: Eres Todopoderoso – Grupo Rojo

Ver video aquí: https://bit.ly/2qJmlG4

OREMOS

Señor, nadie es más grande que tú. Confío en tu amor, tu poder, tus promesas y tu verdad. Gracias por ver lo mejor en mí, por darme infinitas oportunidades de cambio y por tener paciencia en mi proceso. Concédeme la fortaleza necesaria para continuar, insistir y persistir. Te amo con todo mi corazón. En el nombre de Jesús, amén.